Según Chaderton, el blanquito que quisiera ser zambo para jalar un poco más, bandido es todo aquel que critique al lenguatón “ponchao”y defienda los derechos humanos. Desde ya proponemos a nuestro embajador en la OEA como Miembro de la Academia de Lengua Española por su contribución a aclarar el término mencionado. Ya bandidos no solo son el castizo Luís Candelas y Al Capone. Gracias a Roy, Canadá pasó a integrar ese grupo, en el que ya estaban ubicados la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la Corte Interamericana, muchos medios de comunicación, el “ eje del mal del pacífico” liderado por Colombia y Perú, Panamá, las organizaciones no gubernamentales defensoras de los derechos humanos y, desde luego, los Estados Unidos. Además, según el criterio del nuevo Chaderton, muy diferente al que sirvió a Carlos Andrés y a Lusinchi, cualquiera que ose disentir del teniente coronel es no solo un bandido, sino un bandido racista.
Confieso que ya conocía la mayor parte de esos “bandidos chadertonianos”, pero mi desagradable sorpresa fue escuchar que también Canadá era un bandido. Digo desagradable porque tenía un excelente concepto de ese país. Claro que con solo visitas esporádicas, para estar con los canadienses hijos de mi hijo, uno se puede formar una imagen distorsionada. Ahora que Roy me abrió los ojos me doy cuenta de que realmente los canadienses son unos bandidos. La Gobernadora General es una atractiva mujer negra pero que comete el error de no descalificar al blanquito Primer Ministro y éste no la insulta por ser de origen haitiano. Por cierto que no me fue fácil identificarlos, ya que no hay vallas con sus fotos ni siquiera en el aeropuerto, lo que evidencia la incompetencia del Ministro de Información.
Las municipalidades gastan el dinero en parques, jardines y en canchas deportivas. Derrochan los dólares en centros comunales con piscinas, bibliotecas y en el mantenimiento de calles. Tienen manía por el reciclaje y recibo regaños de mi nuera cuando confundo el recipiente de los residuos de manzanas con el de los papeles. Los canadienses son un poco flojos. Ningún conductor parece tener prisa en llegar a su trabajo y se detienen en cuantas rayas blancas encuentran en las esquinas para dejar pasar a quienes caminan. Tampoco éstos demuestran mucho apuro y, en lugar de cruzar por el medio de las calles solo lo hacen por las esquinas. El CNE está muy atrasado. Realiza elecciones manuales, marcando la boleta con un lápiz y sin presencia de soldados.
El mejoramiento de la calidad de vida de la población indígena siempre está sobre el tapete y sus dirigentes tienen una formación que ya quisieran los del PSUV. Sin embargo tengo la impresión de que los discriminan, ya que no vi a ninguno pidiendo limosna como nuestros guaraos en Caracas. Supongo que el asesoramiento ofrecido por nuestro embajador es en este aspecto. Hasta que Roy dixit pensaba que Canadá era un país defensor de los débiles, protector de los derechos humanos, con una población muy heterogénea en donde no hay discriminación racial, con un elevado nivel de vida y una gran protección social. Nada de esto parece ser cierto y no me explico porque permanece en un país bandido mi hijo, así como miles de compatriotas, entre ellos muchos despedidos de PDVSA. Quizá las bajas temperaturas los tienen aletargados y por ello se conforman componiendo gaitas como “Qué molleja de frío”. Ahora, en serio. En agradecimiento a ese gran país que les brindó refugio deberían componer otra gaita con el título de ¡Qué molleja de embajador tan mentiroso! ¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!
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