Andrés Matas
Ahora parece que nuestro Zeus se revuelve en el Olimpo preocupado porque el subsidio de la gasolina favorece a los ricos, que andan pavoneándose con sus carros de lujo gracias a las dádivas de la revolución. Desde esta tribuna le dijimos, hace ya 4 años, que el subsidio que se le otorga a una persona que viaja en carro es 40 veces mayor que el que recibe alguien que hace el mismo recorrido en transporte colectivo. Pero al igual que en las tragedias griegas los dioses a veces despiertan e imponen sus designios, esta vez nuestro Júpiter parece que se despereza, aguijoneado por la crisis mundial, y va a corregir el tremendo desafuero que representa el subsidio a la gasolina. Ha estado apenas 10 años dormido, eso no es nada para los tiempos geológicos de una revolución comunista que persigue alcanzar el “hombre nuevo” dentro de unos 500 años, mientras lo envilece durante el trayecto. Aunque sea tarde hay que celebrar la corrección, por el simple argumento de justicia, pero la energía necesita mucho más que el ajuste del precio de la gasolina.
La energía no es otra cosa que calor y trabajo que se transforman uno en otro a partir de muchas fuentes primarias, de modo que todas ellas están relacionadas. El precio de la gasolina tiene que guardar relación con el del diesel, de modo que habrá que corregir ambos. Pero si se corrige el diesel la electricidad tiene que subir, a menos que se pretenda hundir más las finanzas de las empresas eléctricas que no son capaces de aguantar ni siquiera el precio actual. Pero también la corrección del precio del diesel empujará hacia arriba la demanda del gas natural, un combustible deficitario que no tiene posibilidades de ponerse a la par de dicha demanda y se incrementará el déficit. Esto obliga a corregir también el precio del gas natural. En definitiva, la energía resulta un cuero seco que debe ser contemplado en su conjunto.
La corrección del precio del gas natural, para estimular la oferta de gas libre, es algo tan perentorio como el ajuste del precio de la gasolina. Ningún inversionista se ha animado a producir este combustible ante unos precios deprimidos que eliminan cualquier atractivo. De modo que aquí se presenta una oportunidad de oro para llevar este precio a un nivel que impulse esta actividad económica, en la que nuestro país tiene todas las condiciones para avanzar hacia la vanguardia mundial y hoy está deprimida hasta el punto de ser importadores de gas natural.
La situación configura un cuadro ideal para considerar la energía en su conjunto y tomar medidas que vayan más allá de un ajuste cosmético de la gasolina. Las medidas deben ser energéticas y no fiscales. Si nuestros técnicos revolucionarios son capaces de entender la situación y además, y aquí viene la tarea del indio, son capaces de convencer a nuestro Líder Todopoderoso de la necesidad de tomar medidas integrales, nuestro sector energético y toda nuestra economía saldrán ganando. De lo contrario, el ajuste de la gasolina sólo vendrá a contribuir a las distorsiones de precios de nuestra energía. Las mismas distorsiones que hoy empujan a los pobres a cocinar con electricidad ante las dificultades de acceder a una bombona de GLP, por poner sólo un ejemplo.
La oportunidad está allí. Ojalá que nuestros líderes entiendan que por encima de economía capitalista o comunista hay una Economía con mayúscula que busca optimizar el uso de recursos escasos. La hora de la abundancia se está acabando.
Ahora parece que nuestro Zeus se revuelve en el Olimpo preocupado porque el subsidio de la gasolina favorece a los ricos, que andan pavoneándose con sus carros de lujo gracias a las dádivas de la revolución. Desde esta tribuna le dijimos, hace ya 4 años, que el subsidio que se le otorga a una persona que viaja en carro es 40 veces mayor que el que recibe alguien que hace el mismo recorrido en transporte colectivo. Pero al igual que en las tragedias griegas los dioses a veces despiertan e imponen sus designios, esta vez nuestro Júpiter parece que se despereza, aguijoneado por la crisis mundial, y va a corregir el tremendo desafuero que representa el subsidio a la gasolina. Ha estado apenas 10 años dormido, eso no es nada para los tiempos geológicos de una revolución comunista que persigue alcanzar el “hombre nuevo” dentro de unos 500 años, mientras lo envilece durante el trayecto. Aunque sea tarde hay que celebrar la corrección, por el simple argumento de justicia, pero la energía necesita mucho más que el ajuste del precio de la gasolina.
La energía no es otra cosa que calor y trabajo que se transforman uno en otro a partir de muchas fuentes primarias, de modo que todas ellas están relacionadas. El precio de la gasolina tiene que guardar relación con el del diesel, de modo que habrá que corregir ambos. Pero si se corrige el diesel la electricidad tiene que subir, a menos que se pretenda hundir más las finanzas de las empresas eléctricas que no son capaces de aguantar ni siquiera el precio actual. Pero también la corrección del precio del diesel empujará hacia arriba la demanda del gas natural, un combustible deficitario que no tiene posibilidades de ponerse a la par de dicha demanda y se incrementará el déficit. Esto obliga a corregir también el precio del gas natural. En definitiva, la energía resulta un cuero seco que debe ser contemplado en su conjunto.
La corrección del precio del gas natural, para estimular la oferta de gas libre, es algo tan perentorio como el ajuste del precio de la gasolina. Ningún inversionista se ha animado a producir este combustible ante unos precios deprimidos que eliminan cualquier atractivo. De modo que aquí se presenta una oportunidad de oro para llevar este precio a un nivel que impulse esta actividad económica, en la que nuestro país tiene todas las condiciones para avanzar hacia la vanguardia mundial y hoy está deprimida hasta el punto de ser importadores de gas natural.
La situación configura un cuadro ideal para considerar la energía en su conjunto y tomar medidas que vayan más allá de un ajuste cosmético de la gasolina. Las medidas deben ser energéticas y no fiscales. Si nuestros técnicos revolucionarios son capaces de entender la situación y además, y aquí viene la tarea del indio, son capaces de convencer a nuestro Líder Todopoderoso de la necesidad de tomar medidas integrales, nuestro sector energético y toda nuestra economía saldrán ganando. De lo contrario, el ajuste de la gasolina sólo vendrá a contribuir a las distorsiones de precios de nuestra energía. Las mismas distorsiones que hoy empujan a los pobres a cocinar con electricidad ante las dificultades de acceder a una bombona de GLP, por poner sólo un ejemplo.
La oportunidad está allí. Ojalá que nuestros líderes entiendan que por encima de economía capitalista o comunista hay una Economía con mayúscula que busca optimizar el uso de recursos escasos. La hora de la abundancia se está acabando.
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