viernes, 6 de febrero de 2009

VENEZUELA VOLTEADA

Rafael Gallegos

¿Qué opinarían los oficialistas si el mundo se volteara y Venezuela quedara al revés y se cambiaran los roles y los abusados de la política fueran los que hoy abusan desde el gobierno? ¿Si la gente del NO asistiera a estas elecciones con todos los canales televisivos y emisoras públicas para transmitir todos los eventos de Un Nuevo Tiempo, Acción Democrática, Primero Justicia, COPEI, el MAS , UBT, Bandera Roja y en general, la oposición? ¿Qué opinarían los “revolucionarios” si además los líderes opositores cuando les provocara transmitieran en cadena nacional, para insultar al PSUV, o recordar reiterativamente cuando Manuel Rosales hizo la primera comunión, o alguna anécdota de cuando a Leopoldo López le salió el primer diente? ¿Y si para remate hicieran programas diarios insultando a toda la dirigencia oficialista y poniéndoles degradantes motes a todos los líderes que no comulgaran con ellos? ¿Y si los micrófonos del Metro transmitieran a cada rato: que no que no maría cristina que no que no? ¿Los amigos “revolucionarios” aguantarían tanto abuso? ¿Qué dirían los admiradores del totalitarismo de Fidel Castro, si los custodios uniformados del proceso electoral, asistieran a las elecciones al ritmo de “adelante a luchar milicianos a luchar por la revolución” y PDVSA transportara a los votantes del NO en sus vehículos y les diera comida? Y si se nombrara como Rectores del CNE a los imparciales Ramos Allup, Álvarez Paz, Leopoldo Castillo, Patricia Poleo y a uno del gobierno por no dejar. ¿Qué dirían los socialistas del siglo XXI? ¿Verdad que clamarían por la imparcialidad del árbitro? ¿Verdad que el SÍ estaría en desventaja? ¿Y que pensarían si para colmo, ante todos estos desaguisados el árbitro se hiciera el loco? ¿En que parte del cielo pegarían el grito los “revolucionarios” si el mundo estuviera al revés? ¿Aceptarían los resultados? Claro que NO.


ELECCIONES… ¿TRANSPARENTES O TRAMPARENTES?

Volviendo al mundo como es, esta realidad debe enseñarnos que no basta con hacer elecciones para decir que estamos en democracia. Una democracia con procesos electorales donde hay tantas irregularidades, es de tercera categoría y aunque usted no lo crea, vecina del totalitarismo.


Es necesario evaluar la calidad de la democracia. Los componentes del proceso electoral, la separación de poderes, el cumplimiento de los roles, la imparcialidad del árbitro, el sistema de libertades. Los venezolanos debemos exigir unos procesos electorales transparentes desde la nominación hasta el resultado. Con parámetros que nos indiquen si el proceso es democrático o una careta carnavalesca. ¿La dubitativa OEA tendrá un baremo para estos desaguisados? ¿Se atrevería el CNE a mostrar indicadores de transparencia? Sí, el mismo CNE que nos quiere cambiar resultados definitivos por resultados irreversibles. Sería la mejor manera de ganarse el respeto que tanto exige su presidenta. Vale la pena preguntarse: ¿hasta que escala de opacidad y tramparencia son válidas unas elecciones? De todas maneras, los venezolanos parafrasearemos al gran demócrata Rómulo Betancourt - adelante, por arriba de las tumbas, adelante – e iremos en masa a votar por el NO.



¿HAY ALGO QUE CELEBRAR?

Yo celebraría si Venezuela no tuviera el alma partida en dos pedazos. Si el resentimiento no fuera el combustible del gobierno. Si luego de diez años de “revolución” viera los cerros de Caracas con más casas vivibles y menos ranchos. Si la gente pudiera ir a hospitales y no ser ruleteada a veces hasta la muerte. Si no hubiera tanta gente durmiendo en las calles. Si en lugar de la mitad hubiera el doble de industrias que hace diez años. Si PDVSA no estuviera pre-quebrada. Si los canales del Estado no le hicieran propaganda perpetua al PSUV. Si los Poderes Públicos fueran independientes. Si las políticas sociales fueran sustentables y no fallidas sustitutas de una política económica. Si el presidente dejara el record mundial de sectarismo y hablara con sus opositores, como en todos los países del mundo. Si dejaran gobernar a los gobernadores y alcaldes de oposición. Si dejaran de decirles vende patria, fascistas o tanto adjetivo descalificativo a que se oponen, a los empresarios, a los estudiantes. Si dejaran de tirar la piedrita y esconder la mano. Si no sembraran tanta semilla de fascismo. Yo celebraría si en lugar de renunciar a la CAN hubiéramos aprovechado su potencial, promoviendo industrias y millares de empleos. Sí el modelo fueran las democráticas de Suecia, o Chile y no la reprendida, hambrienta y custodiada por tiburones, revolución cubana. Si la gente estuviera contenta y no con esa tristeza empozada en el alma. Yo celebraría si esta revolución tan rojita, no hubiera labrado un futuro tan negro para mi país.

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