Durante los últimos meses habíamos venido insistiendo, como muchos otros economistas, políticos y articulistas, sobre la difícil situación a la cual estaría sometida la economía venezolana como consecuencia de la seria crisis del sistema financiero mundial y la recesión económica en la cual están sumidas las más importantes economías mundiales.
Finalmente el teniente coronel Hugo Chávez, por supuesto, luego del 15 de febrero, ha reconocido la gravedad de la situación económica, recalcando la necesidad de hacer sacrificios y decretando una austeridad que desde hace 10 años el desgobierno venezolano no ha practicado. En otras palabras, reconoce la crisis, pero trata astutamente de endosarla al desplome del sistema capitalista y, obviamente, al imperio norteamericano.
Trata de pasar agachado, como hacen los pícaros en el dominó, sin asumir la absoluta responsabilidad de su régimen de gobierno en la irresponsabilidad con la cual han sido manejados los fondos públicos y la destrucción de toda la estructura privada, en lo empresarial, manufacturero agroindustrial y metalmecánico.
Mejor dicho, en la destrucción de todo el sistema productivo privado nacional y en la ausencia de un sistema productivo público. En fin de cuentas, una crisis que encuentra al país debilitado y a la intemperie, donde el único responsable es precisamente Hugo Chávez y su corte interminable de ministros. No podemos aceptar que trate ahora de esconderse, en la caída de los precios del petróleo, cuando la razón verdadera está en la ineficiencia, la negligencia y la corrupción desatada que por 10 años han estado presentes y en franco crecimiento.
Por otro lado, y como para terminar de agravar el panorama, el Presidente Barack Obama, insistió en su discurso el pasado martes 24 de febrero, sobre la necesidad de garantizar la independencia energética, el desarrollo de energías limpias y lo que es peor para Venezuela, reemplazar el petróleo como fuente de energía. Este discurso, denota la firme determinación de conducir al mundo a una transformación profunda. Malas noticias para el régimen chavista, pero también para los no chavistas, porque si bien, a corto plazo la crisis económica mundial, traducida en muy bajos precios del crudo, afectará a Venezuela, no es menos cierto que la clara e inequívoca política energética norteamericana afectará a mediano y largo plazo el desarrollo y la rentabilidad de la industria petrolera venezolana, en franco deterioro y con muy pocas perspectivas de recuperación. Sin duda que perder una importante participación, en el mercado más importante y de mayor rentabilidad para las colocaciones de crudo y productos derivados venezolanos, es un asunto vital para los planes de desarrollo y para el futuro de Venezuela. Con Chávez o sin Chávez en el poder, aunque muchos no lo han internalizado y otros pretendan ocultarlo.
En nuestra opinión, el bajo precio del WTI que estará promediando, para el 2009, los 45-50 dólares por barril, de acuerdo con lo expresado por los analistas y expertos de la Agencia Internacional de Energía, la OPEP e importantes firmas de Wall Street como Merril Lynch, Deutsche Bank, Moody’s Investors, Goldman Sachs, será un duro golpe para el chavismo que tendrá repercusiones sociales en 2009 y 2010, pero podría ser un mal menor para el país, cuando vemos un poco mas allá en el futuro. Basta con pasearse por las infinitas páginas de Internet que tratan el tema energético, y observar los ajustes que las grandes empresas del sector, privadas y estatales, están haciendo a corto y largo plazo para preguntarnos qué está haciendo, lo que queda de PDVSA. Poco o nada se sabe, o lo que puede ser peor poco o nada se está haciendo.
Solamente se conocen las declaraciones del Ministro de Finanzas, Alí Rodríguez Araque quien anuncia el apoyo a la propuesta de nuevos cierres de producción para la reunión de la OPEP el próximo 15 de marzo, rogando que con estas reducciones aumenten los precios del crudo. En la década de los setenta la OPEP debió reducir la producción en más de 14 millones de barriles antes de que la economía comenzara su recuperación, y con ello el aumento de la demanda y de los precios del crudo.
Estamos conscientes de que los precios bajos son sólo una corta etapa del ciclo que en un par de años los mostrará en crecimiento, pero serán las empresas y los países que se hayan preparado para ello, los que podrán aprovecharlos abriendo producción y poniendo en marcha los nuevos proyectos de desarrollo de nuevos campos. Este sin duda no será el caso venezolano, muy pocos serán los barriles que podrán abrirse y menos aun serán los nuevos barriles que podrán incorporarse, ya que para ello tendrían que haberse hecho cuantiosas inversiones que hasta ahora nadie ha visto.
Para muestra basta con preguntarse ¿si alguien cree factible los nuevos desarrollos de la Faja sin que se construyan nuevos oleoductos, patios de tanques y muelles?, a lo cual, por supuesto, habría que sumar las cuantiosas inversiones en la perforación y terminación de pozos, las instalaciones de producción y los mejoradores de crudo.
Dos factores por resolver: tiempo para ejecución de obras y dinero, mucho dinero para cubrir las imprescindibles inversiones. ¿Quién ejecutará las obras?, ¿Quién invertirá? ¿Cuáles serán las respuestas a estas interrogantes?
De seguro, Brasil y su empresa PETROBRAS, no sólo tendrán respuestas sino que, además, aprovecharán ese espacio que la PDVSA revolucionaria les deja en el mercado “premiun” de los Estados Unidos. Qué bueno para Brasil que en Venezuela continúe Chávez, ya Lula lo dijo claramente, para los buenos entendedores.
Reaccionar ya y evitar que el destino nos alcance o sentarnos a esperar nuestro triste
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