Carlos Delgado
La noticia sobre la escasez de productos para consumo hogareño copa los
noticieros de la República Bolivariana de Venezuela al
extremo de que largas colas y escaramuzas de diversa intensidad y
matices se suceden diariamente en todos los poblados y ciudades del
país, con menor gravedad en la capital de la república. Los ciudadanos
interioranos se han visto obligados a trasladarse hasta Caracas a
comprar esos insumos o, en su defecto, a solicitar a sus familiares que
los adquieran y se los envíen, de ser posible y, si esto ocurriese,
tener la ventura de que no desaparezcan durante el servivio de
encomiendas.
Los alimentos se llevan la palma gracias a las
empresas cerradas, las expropiadas, las estatales, las que funcionan por
debajo de la capacidad instalada, a importaciones irregulares que han
permitido la pérdida de miles de toneladas de esos valiosos y codiciados
productos, en los puertos del país. Hay abundancia de televisores,
neveras, unidades de aire acondicionado a precios chinos regulados,
¡Todo una golilla!, así como de dispositivos electrónicos,
para todos
los gustos. Por cierto, éstos no están limitados a las personas de
altos ingresos y los burgueses sino que proliferan desde los ranchos de
los barrios hasta las mejores quintas de las urbanizaciones más
connotadas y desde los "hijos de papá" hasta esos muchachos realengos
que salen a rebuscarse el día en cualquier tienda o avenida.
Durante
las últimas semanas hemos sido noticia a nivel mundial ya que se ha
armado un rollo por falta de ese papel que viene enrrollado y que se
utiliza con fines sanitarios, mejor conocido como "papel tualé" o de
tocador, por la parte delicada donde se aplica. Ya da hasta vergüenza
salir de la bodega, supermercado, farmacia, bar y de la oficina con
varios rollos de este preciado producto como si uno fuera un cagón o un
revendedor que se caga en la madre de aquellos que no tienen la suerte
de recibir el pitazo de que el papelito llegó a tal o cual mercado.
Afortunadamente, tenemos AH1N1 y dengue, por ahora,
pues, si la epidemia fuera cólera, la ira o rabieta sería de
espanto y brinco pues la chorrera de gente en los puntos de venta sería
interminable y continua. Podría seguirse la pista de los desgraciados
como se hace en Paraguaná cuando los chivos presentan "cursería",
después de embucharse cuanta rama y porquería encuentran entre cujisales
y cardonales, una vez que los primeros nortes reverdecen la hermosa
península.
Palabras en desuso se han puesto de moda, nuevamente,
escusado, letrina, retrete, pozo séptico, cagalera, cagantina,
deposición, deyección, evacuación, ñoña, boñiga, cagarruta hasta orto,
ano, ojete, juraco, "rabisnéis", chocho, vulva, cuchara, pues todo ha de
limpiarse y secarse. Pareciera que la práctica del aseo entre los
venezolanos se incrementó "maltusianamente" mientras que la existencia
de los rollos de papel "tualé" ha disminuido, como la esperanza de los
pobres y engañados. El gremio de peluqueras ha armado un berrinche pues
se ha visto impedido de hacer lo rulos a
sus bellas clientes, tampoco tusas se consiguen ya que la producción de
maíz también bajó. De continuar esta sensación de escasez, cuando a
todos pareciera picarnos el culo, un grupo de intelectuales, muy
indignados y
sonrojados por andar con un rollo bajo del brazo, ha propuesto que el
bendito papel se venda en resmas, tamaño carta, oficio y extraoficio,
según la cagada, el porte y profesión del usuario. También sugiere este
grupo que podría utilizarse papel bond, el cual abunda, ya que poca
gente escribe ahora sino que "teclea" por internet y blackberry; otra
alternativa sería papel maché, de lija, absorbente, de estraza, según
las características del rabo del defecante y del tamaño de la obra. Para
redondear la idea -cosa de intelectuales-, ya que muchas personas
simulan leer algo cuando agotan la paciencia en la poceta, sugiere esta
peña en vías de extinción, que cada hoja de la resma debe ser impresa
-tipo pergaminos- con lecturas tales como manifiestos, arengas y
discursos políticos, programas de gobierno, proyecciones y estadísticas
económicas, planes presupuestarios, gacetas oficiales, resultados del 5 y
6, actas de matrimonio, promesas de
pago, acuerdos de paz y ordenanzas municipales, multas de tránsito,
ofertas y rebajas, editoriales y
sucesos, a doble página y en papel reusable y reciclable.
Estos
exquisitos hombres del pensamiento también proponen la práctica del
estreñimiento como medida de ahorro, equivalente a no botar basura en la
calle para que el servicio de aseo urbano no recoja tantos
desechos.Todos luciríamos como intelectuales, el ego se
dispararía y el disimulo se escurriría entre las piernas. ¿Qué tal?
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