Eddie A. Ramírez
S.
De segundo productor mundial y primer exportador,
pasamos a producir solo el 3% de la oferta mundial de petróleo. Sin duda nuestra
política petrolera no ha sido acertada. En 1960 se creó la OPEP con
participación de Arabia Saudita, Kuwait, Irán, Irak y Venezuela. En ese fecha
esos cinco países producían 7.891.000 barriles por día, participando Venezuela
con 2.846.000 barriles, es decir un 36%. En el 2012, nuestra participación en la
producción total OPEP fue de sólo un 9,3%. Mientras los demás países aumentaron
considerablemente sus producciones, nosotros estamos peor que hace 52 años.
Sin duda este descenso puede atribuirse a los
vaivenes de nuestra política petrolera. Inicialmente, Cipriano Castro y Juan
Vicente Gómez cedieron concesiones de exploración y extracción a ¨parientes y
paniaguados¨, quienes inmediatamente las negociaban con las compañías
extranjeras. Nueve Leyes de Hidrocarburos se promulgaron
entre 1920 y 1943. Medina Angarita otorgó más extensiones de tierra que Gómez y
López Contreras. La Ley de 1943 puso un poco de orden y a través de los años fue
aumentando la participación fiscal. Betancourt fue adalid de
no más concesiones. En 1976 se estatizó la industria de los hidrocarburos y
desde entonces todos nuestros gobiernos apostaron a la
reducción de la producción. Recientemente gobierno y
oposición predican la necesidad de aumentarla, pero quizá sea tarde porque hay
otros actores importantes.
En 1982 se inició la política de
internacionalización y de apertura a empresas privadas, criticadas por el
régimen actual, pero paradójicamente continuadas, aunque en lugar de Exxon y
Conoco prefiere algunas empresas de menor categoría. La Pdvsa meritocrática
negoció cuatro mejoradores para poder refinar el crudo de la Faja. A la fecha no
se ha construido ningún otro mejorador. Actualmente hay doce empresas mixtas en
la Faja, con socios de Cuba, Rusia, Vietnam, España, India, Malasia, Estados
Unidos, Japón, China, Italia y Noruega. La cuantificación de las reservas se le
asignó a empresas de los países citados y, además, a Ecuador, Uruguay, Chile,
Argentina, Portugal, Brasil e Irán.
Menospreciamos
nuestro mercado natural de Estados Unidos y nos hemos asociado con algunas
empresas que no tienen tecnología ni músculo financiero. Pdvsa es una empresa
endeudada, politizada, corrupta e ineficiente, que importa gasolina y diesel. En
un nuevo gobierno la política petrolera debería seguir los ejemplos de Brasil y
Colombia. Pdvsa tendrá que reducirse, colocar un 20% de sus acciones en la Bolsa
y que el crecimiento de la producción sea vía empresas mixtas. Si se modifica la
Constitución, podrían participar sin necesidad de asociarse con Pdvsa empresas
privadas venezolanas y extranjeras. No es asunto de ideologías, sino de
necesidad, como le está sucediendo a México. Los mitos de soberanía y los
vaivenes de las políticas nos han perjudicado.
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