Rafael Gallegos
Domingo 23 de noviembre. En el estadio repleto se anuncia el combate del año. El campeón (por ahora) Kid Caos y el favorito Rockie Esperanza. El record de Caos es impresionante. Ha ganado decenas de combates. Empezando su carrera propinaba fieros “nocaos” a sus contrincantes. Últimamente las victorias se producen en medio de cuestionadas decisiones de los árbitros. Las malas lenguas dicen que los tiene comprados y que hay mucha pelea arreglada. Antes era el rey del “nocao” y la afición lo adoraba. Como Muhamad Alí, él mismo se preguntaba y él mismo se contestaba. Además tiene la manía de repetir que es el insustituible y que si pierde, se acaba el boxeo. ¡Habrase visto! Los críticos dicen que ya no es ni su sombra. Que está gordo y fofo, que de su peligrosa pegada sólo queda el recuerdo, que sus movimientos son lerdos y desesperados, que su otrora fresco rostro refleja unos ojos chiquiticos tras unos cachetes hinchados, como si acabaran de noquearlo. Ha perdido seguridad desde la derrota del combate del 2D, que los deslenguados dicen que perdió por “nocao”, que los árbitros adelantaron la campana para convencer a la fanaticada de que había perdido por la mínima decisión. Una victoria pírrica, mierpiiii, mierpiii, mierpiiii, explicó el propio Kid Caos con los cachetes amoratados y las manos rotas, al día siguiente de su derrota.
Por su parte Rockie Esperanza posee un record desastroso, aunque ha ganado en los últimos combates. Luce fresco, sus enemigos dicen que esa frescura es pura cirugía, que se nota inseguro y no conoce su gigantesco potencial como boxeador. Sin embargo, los críticos lo dan por ganador y es el favorito del público que piensa que los mejores tiempos de Kid Caos ya pasaron. Hay quienes dicen que cuando Rockie Esperanza pega, el árbitro voltea para el otro lado, por lo que tendrá que ganar por “nocao” si quiere que le reconozcan la victoria, no vaya ser que otra vez adelanten la campana, o hasta le inventen a última hora un frasquito de agua con azúcar, escasa en el mercado; pero – cosas de la “revolución”- bien podría abundar en el ring. Tampoco se descarta que le inventen algún leguleyismo para retirarlo a última hora y quede Kid Caos peleando sólo, diciendo en su infinita prepotencia: se salvaron del “nocao” que yo les iba a propinar. Menos mal que los seconds de Esperanza están más afilados que nunca y la fanaticada... también.
El anunciador grita a todo gañote en esta esquina el campeón Kid Caos y señala con su mano izquierda al boxeador de zapatos rojos, pantaloncillos rojos, guantes rojos, toalla roja y rodeado por unos seconds – rojos, rojitos- ayer emocionados y agresivos y hoy adormecidos, como con mucho que cuidar y que perder. La pita es estruendosa. ¿Quienes pitan?, pregunta Caos. Los mismos que antes le aplaudían campeón, le contesta un second.
En la otra esquina Rockie Esperanza, continúa el anunciador mientras señala a un boxeador vestido de colores… el público aplaude y Kid Caos le grita improperios: desgraciado, narcotraficante, piiii, piiii, te voy a dar “nocao”, piiii, piiii. Esperanza ni lo mira. Oye sus aplausos. “Los mismos que ayer me pitaban”, piensa el boxeador, “así es el deporte”. Cuando el anunciador presenta al árbitro la pita es ensordecedora. El réferi se muestra nervioso, timorato, mira a Caos como si fuera su jefe y como si le suplicara comprensión; pero éste lo fulmina con la vista. Suena la campana…
ESPERANZA, LA DEL PUEBLO
El militarismo de la “revolución” – ¿cívico militar o militar cívica? – ha conllevado a convertir al país, más que en un cuartel, en un ring de boxeo. El macabro lema “Patria, Socialismo o Muerte”, hijo predilecto del resentimiento, se ha reflejado en una jamás vista – ni cuando Boves - división del alma nacional. Las promesas arrullan y adormecen; pero diez años es una siesta demasiado larga. El pueblo ya despertó. Los venezolanos adivinaron que esta “revolución”, sólo conduce al caos, al desastre de PDVSA, a la ineficiencia, a los apagones, a las calles rotas, a la Caracas feísima y sucia, a intentos de perpetuarse en el poder, a la exclusión de la lista tascón, a la licuefacción de poderes.
Denle una razón al pueblo para que continúe con esta “revolución”. Al caos… “nocaos”, dirán loa venezolanos el 23 N. “Nocaos” en toda Venezuela… decenas de gobernaciones y cientos de alcaldías. Lo dicen las encuestas, los autobuses y sobre todo, este monumental fracaso. Luego de inhabilitar a los favoritos, retiran a Lapi y amenazan a los seguros ganadores. Puro miedo. Más que represión, es una estupidez. Nadie los quiere. Pidan perdón en lugar de pedir votos.
Diez años y hay más ranchos, menos luz (cuando vayan al baño en la noche, lleven su velita… puro descaro), menos trabajo. La gente quiere casa, empleo, comida, seguridad, educación, salud y democracia. Por eso el 23, habrá “nocaos”.
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