Quienes asumen posiciones extremistas cometen el error de creerse dueños de la verdad y también el de confundir la identidad del amigo y del adversario. En una situación compleja como la que vivimos, nadie tiene una llave mágica para enfrentar exitosamente a la dictadura totalitaria del siglo XXI. Creerse un “deux ex- machina” que puede arreglar los entuertos y, además, descalificar a quienes plantean otras vías, no es constructivo>
Sin ánimo de desacreditar y solo a título de ejemplo, con todo respeto nos permitimos transcribir recientes declaraciones de dos personas apreciadas y valiosas. El conocido sociólogo, Carlos Raúl Hernández, en declaraciones a El Universal en fecha 6 de noviembre propone “desenmascarar el chantaje antipartido y pulverizar sus argumentos”. El distinguido politólogo arremete contra los encuestadores y señala que “todos esos años fueron de una oposición descabellada, haciendo disparates: la huelga petrolera, el manejo del 11 de abril, el golpe erótico-político de la plaza de Altamira, el abstencionismo, el retiro de las parlamentarias de 2005 y todas esas acciones perfectamente comprensibles como obra de políticos aficionados, de consultores, encuestadores y abogados, convertidos en dirigentes políticos de fines de semana en las asambleas de ciudadanos”. No es la intención de este artículo argumentar sobre lo afirmado por Hernández, quien quizá tiene razón en algunos puntos, pero no en todos. Solo deseamos destacar que son descalificaciones innecesarias. Curiosamente, Carlos Raúl finaliza sus declaraciones señalando la necesidad de convivir, pero solo para argumentar en contra de un conocido dirigente.
El doctor Rómulo Lares, ex miembro del CNE va mucho más allá, arremetiendo contra quienes pensamos que el voto es una herramienta de lucha que no puede descartarse y que nos permitió ganar gobernaciones y alcaldías. En una nota titulada “Entre ni-ni, abstencionistas y colaboracionistas”, elaborada para debatir públicamente en la cátedra Pio Tamayo de
Entendamos que votar o no votar es una herramienta de lucha que puede utilizarse cuando las circunstancias lo aconsejen. En estos momentos pensamos que la mejor opción es votar. Tildar de colaboracionistas o de antipolíticos a quienes asumen una u otra posición es una necedad. Por principio, los demócratas debemos ser tolerantes con todas las ideas, aunque no compartamos algunas. ¡No más prisioneros políticos, ni exiliados! Noticiero Digital 11 noviembre 2009eddiearamirez@hotmail.
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