Eddie A. Ramírez S.
En dos oportunidades, los trabajadores petroleros de la PDVSA meritocrática arriesgamos nuestra carrera y estabilidad económica por defender principios y valores, cumpliendo con nuestro deber como ciudadanos. La primera fue para evitar que, por razones políticas, se designaran como directores a quienes no tenían méritos para ocupar esas posiciones. El 4 de abril de 2002 iniciamos una huelga, que culminó el día 11, a la cual se sumaron el día 9, la CTV, Fedecámaras y ciudadanos en general. Esa huelga petrolera apoyada por otros factores fue exitosa, pero el inadecuado manejo político posterior hizo perder el esfuerzo de muchos.
La segunda oportunidad en que nos expusimos y perdimos todo, menos la dignidad, fue cuando nos sumamos a la huelga convocada por la Coordinadora Democrática(todos los partidos políticos), por la CTV y Fedecámaras, de la cual mañana se cumplen siete años. Los objetivos eran solicitar adelanto de elecciones presidenciales, establecimiento de una Comisión de la Verdad para esclarecer la masacre del 11 de abril, y para apoyar a la Mesa de Negociación y Acuerdos. La huelga fracasó porque muchos sectores no la respaldaron y porque el régimen estaba preparado para enfrentarla. Quizá no era el momento, pero ante un llamado de toda la oposición los petroleros no podíamos permanecer indiferentes. Además, ya en PDVSA se había iniciado la cacería de brujas por los sucesos de abril. Como consecuencia, fuimos despedidos casi 23.000 trabajadores, algunos en reposo médico o en vacaciones.
A los pocos días, era evidente que la huelga había fracasado y la Fuerza Armada y los paramilitares oficialistas impidieron el ingreso a oficinas y plantas al personal considerado no deseable. La separación de cargos se inició el 8 de diciembre y los despidos el día 13. Por ello, no es cierto que por culpa de los petroleros la huelga se prolongara por dos meses. Como la derrota es huerfana, al poco tiempo muchos marcaron distancia, refieriendose erróneamente a la huelga civica como el “paro petrolero”.
Personas de buena fe, por no conocer o recordar los hechos, todavía nos dicen “Ustedes han debido permanecer en sus puestos para que PDVSA no se volviera roja y desde adentro hubiesen ofrecido resistencia”. Quizá no se percatan que de haber permanecido en la empresa hoy seríamos cómplices de todas las irregularidades que ocurren en la misma. Además, ¿cómo hubiésemos ofrecido resistencia? ¿Trabajando con lentitud, dando información falsa, saboteando la producción? Eso no está en nuestra escala de valores. Si nos quedábamos era porque estábamos dispuestos a trabajar duro y acatar órdenes; a vestirnos de rojo y asistir a los actos políticos en horas de trabajo; a no firmar ninguna solicitud de referendo revocatorio, ni asistir a eventos contrarios al régimen. Si alguien lo duda, le recordamos las palabras del infeliz Ministro- Presidente: “PDVSA es roja-rojita y quien no esté con la revolución lo sacaremos a carajazos”.
Por otra parte, si no nos hubiésemos sumado a la huelga hoy todos los demócratas nos acusarían del fracaso de la misma. Cumplimos con nuestro deber de ciudadanos porque nos inculcaron que los principios y valores hay que predicarlos y practicarlos. Nuestro reconocimiento a la valentía y desprendimiento de Carlos Ortega, Carlos Fernández y a los miles de ciudadanos que lo perdieron todo ¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!
En dos oportunidades, los trabajadores petroleros de la PDVSA meritocrática arriesgamos nuestra carrera y estabilidad económica por defender principios y valores, cumpliendo con nuestro deber como ciudadanos. La primera fue para evitar que, por razones políticas, se designaran como directores a quienes no tenían méritos para ocupar esas posiciones. El 4 de abril de 2002 iniciamos una huelga, que culminó el día 11, a la cual se sumaron el día 9, la CTV, Fedecámaras y ciudadanos en general. Esa huelga petrolera apoyada por otros factores fue exitosa, pero el inadecuado manejo político posterior hizo perder el esfuerzo de muchos.
La segunda oportunidad en que nos expusimos y perdimos todo, menos la dignidad, fue cuando nos sumamos a la huelga convocada por la Coordinadora Democrática(todos los partidos políticos), por la CTV y Fedecámaras, de la cual mañana se cumplen siete años. Los objetivos eran solicitar adelanto de elecciones presidenciales, establecimiento de una Comisión de la Verdad para esclarecer la masacre del 11 de abril, y para apoyar a la Mesa de Negociación y Acuerdos. La huelga fracasó porque muchos sectores no la respaldaron y porque el régimen estaba preparado para enfrentarla. Quizá no era el momento, pero ante un llamado de toda la oposición los petroleros no podíamos permanecer indiferentes. Además, ya en PDVSA se había iniciado la cacería de brujas por los sucesos de abril. Como consecuencia, fuimos despedidos casi 23.000 trabajadores, algunos en reposo médico o en vacaciones.
A los pocos días, era evidente que la huelga había fracasado y la Fuerza Armada y los paramilitares oficialistas impidieron el ingreso a oficinas y plantas al personal considerado no deseable. La separación de cargos se inició el 8 de diciembre y los despidos el día 13. Por ello, no es cierto que por culpa de los petroleros la huelga se prolongara por dos meses. Como la derrota es huerfana, al poco tiempo muchos marcaron distancia, refieriendose erróneamente a la huelga civica como el “paro petrolero”.
Personas de buena fe, por no conocer o recordar los hechos, todavía nos dicen “Ustedes han debido permanecer en sus puestos para que PDVSA no se volviera roja y desde adentro hubiesen ofrecido resistencia”. Quizá no se percatan que de haber permanecido en la empresa hoy seríamos cómplices de todas las irregularidades que ocurren en la misma. Además, ¿cómo hubiésemos ofrecido resistencia? ¿Trabajando con lentitud, dando información falsa, saboteando la producción? Eso no está en nuestra escala de valores. Si nos quedábamos era porque estábamos dispuestos a trabajar duro y acatar órdenes; a vestirnos de rojo y asistir a los actos políticos en horas de trabajo; a no firmar ninguna solicitud de referendo revocatorio, ni asistir a eventos contrarios al régimen. Si alguien lo duda, le recordamos las palabras del infeliz Ministro- Presidente: “PDVSA es roja-rojita y quien no esté con la revolución lo sacaremos a carajazos”.
Por otra parte, si no nos hubiésemos sumado a la huelga hoy todos los demócratas nos acusarían del fracaso de la misma. Cumplimos con nuestro deber de ciudadanos porque nos inculcaron que los principios y valores hay que predicarlos y practicarlos. Nuestro reconocimiento a la valentía y desprendimiento de Carlos Ortega, Carlos Fernández y a los miles de ciudadanos que lo perdieron todo ¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!
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