Las centrales hidroeléctricas en funcionamiento en el bajo Caroní (Guri, Caruachi y Macagua), han podido manejar, en oportunidades anteriores y sin ningún problema, tanto niveles de sus embalses similares a los presentes como caudales de aporte del Rio Caroní parecidos a los actuales.
Ese manejo ha sido posible porque todas las centrales de esa cadena, incluyendo a la central Tocoma aún en construcción, poseen canales de descarga (Aliviaderos) con capacidad de poder manejar hasta 30.000 m3/seg respectivamente y se habían respetado los niveles del embalse de Guri según las directrices de control de crecientes. A la descarga por aliviaderos se debe adicionar el caudal que está siendo turbinado por las unidades que se encuentren en servicio en dichas centrales, siendo el caudal turbinado en Guri, para esta época del año, en general, de unos 5.000 m3/seg para aprovechar el agua al máximo posible.
Es decir, con la excepción de la inconclusa Tocoma, el resto de la cadena de embalses del bajo Caroní debería poder manejar unos 35.000 m3/seg de caudal de aporte, sin inconvenientes e inclusive hasta caudales de aporte mayores, cuando el embalse de Guri tiene margen para subir su nivel. Entonces ¿Cuáles son las limitaciones que existen actualmente y que han disparado alarmas?
Limitación 1. A principios de este mes, en un acto político, las compuertas del aliviadero de Guri se abrieron después de varios años sin operarse. Esta apertura, desde el punto de vista de la ingeniería del manejo de estos embalses, era tardía porque el nivel existente en el embalse de Guri, ese entonces, ya era superior al que se debería tener cuando comienzan los 3 meses de mayores aportes en el año (Julio-Septiembre). A ese aspecto se suma el poco turbinado que se viene registrando en dicha central desde hace más de un año, principalmente por la caída de la demanda y el consumo de electricidad en Guayana y la limitación de transmisión para exportar, hacia el resto del país, el excedente que se deriva de esta caída.
En lugar de dejarse las compuertas de los aliviaderos abiertas, como lo dictaba la ingeniería, la racionalidad y el sentido común, un afán injustificado y contraproducente de las autoridades de Corpoelec por alcanzar la cota máxima de operación de 271 msnm, ese día, una vez finalizado el usual show, se volvieron a cerrar dichas compuertas, contraviniendo la recomendación de los profesionales.
Esta decisión errada, de alcanzar la cota 271 msnm en esta fecha implica que cualquier aporte superior a lo que se pueda descargar representará un ascenso del nivel actual del embalse de 271 msnm.
Aún cuando la cota máxima de la presa es 272 msnm, un nivel del embalse superior a la cota 271 conlleva riesgo de inundación de áreas que afectan pequeños poblados aledaños al embalse de Guri. Por lo que actualmente no hay margen de maniobra para almacenar en Guri volúmenes de agua de caudales de aportes superiores a la capacidad de descarga, los cuales son factibles en esta época del año.
Limitación 2. Las obras civiles de Tocoma están inconclusas y a ello se suma la improvisación de un llenado de ese embalse, mediante la construcción de un muro de contención, sin haberse completado debidamente las obras civiles lo que limita a que el caudal provenientes aguas arribas no puede exceder los 14.000 m3/seg para evitar afectaciones de las obras ejecutadas y este valor es la limitación dominante y es el problema que origina la alarma debido a que tanto el embalse de Tocoma como el de Guri se encuentran a su máximo nivel y los caudales de aporte del Caroní son actualmente superiores a los 14.000 m3/seg
En conclusión, el problema es, en esencia, el manejo errado de los embalses del bajo Caroní por directivos incapaces de comprender la dimensión de las decisiones que ellos imponen contrariando la ingeniería, sumado a la ya manifiesta negligencia en el mantenimiento de la infraestructura eléctrica y a la desmedida corrupción que ha convertido a Tocoma, así como muchos otros proyectos, en ícono mundial del robo y despilfarro de los dineros eléctricos.
Hasta tanto ocurra un cambio político que erradique el militarismo corrupto, ignorante y despótico de las empresas del estado y se coloquen al frente de las mismas a profesionales competentes y éticos, Venezuela seguirá sumergiéndose en el abismo del fracaso.
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