martes, 30 de agosto de 2016

Venezuela con petróleo, pero sin petróleo. ¿Qué ocurrió?


 por Alexander Guerrero



Apriétense los cinturones, llegó la hora del aterrizaje, un cambio de gobierno es necesario, pero no suficiente, mitos y paradigmas en el suelo, si el Estado quebró como productor de petróleo si queremos tener petróleo para nuestro propio desarrollo y exportar si sobra algo, tendremos que privatizar la industria petrolera.


Venezuela ha sido un país exportador de petróleo por varias décadas, unos cien años, la ecuación fundamental dice que todo país productor de petróleo y exportador, exporta lo que no se consume. Es fundamental comprender esta ecuación, nos ayudará a comprender lo ocurrido durante esos 100 años y una historia que no pertenece solo al chavismo (199-2016) sino que y ponemos la fecha crítica, la revolución de 1945, la revolución de Chávez en cierto modo es su extensión. 

Dos caminos nos traen hasta acá, un país del cual se dice que posee las mayores reservas del mundo, es más sonido para el nacionalismo petrolero, pero nada que el hombre de a pie, tenga que ver, habiendo sido relegado durante todas estas décadas a un reparto fiscal de una renta que viene cayendo desde el mismo momento que llegó a su pico en 1970, contando barriles producidos per cápita y habiéndosele negado entrar en el negocio del petróleo, sin que a la fecha exista otra razón que ninguna. Así la renta petrolera fiscal cae continuamente, el crecimiento poblacional, compensaba el efecto precio sobre el ingreso petrolero al gobierno, pero el camino estaba trazado, durante décadas eso fue ignorado por la dirigencia petrolera de varias décadas, 

Sin embargo, el ruido político caminaba por camino opuesto, la presencia del Estado era cada vez mayor sobre el ingreso, nos mantuvimos durante unos 40 años produciendo alrededor de 2.8 millones de barriles en promedio -con una muy baja dispersión, por cierto-  perteneciendo a una organización que nos restringía a producir más petróleo, mientras líderes de la OPEP incrementaban su producción sin detenerse. Y así, en lugar de inducir la presencia extranjera para aumentar la producción -que caía en términos per cápita- decidimos echarlos y encargarnos directamente, para tener que convocarlos nuevamente en medio de una colosal crisis fiscal traída por una crisis financiera que vio en el ingreso petrolero de la “apertura’ una oportunidad para abrir de nuevo la industria al capital extranjero, de nuevo. 

Ello nos da una idea de cuántos barriles por cabeza corresponden y como el país – a diferencia de Arabia Saudita, por ejemplo- teniendo “las mayores reservas del mundo hizo todo lo que pudo desde el punto de vista de la economía política y de la política económica de dejarlas en el subsuelo, barril de petróleo que no se produce, barril que tiene precio de cero dólares. Esa regla se mantiene y seremos los venezolanos quienes lo demostraremos a rabiar. Este es el segundo camino, los coloque en conjunción para ahorrar tiempo.

Desde 1945 hasta hoy, hemos tenido cuatro esquemas bajo los cuales el Estado/Gobierno captura la renta del petróleo, utilizando para ellos difusos derechos de propiedad. Una renta que, luego realizada como regalías, dividendos e impuestos, era volteada sobre la economía por vía fiscal, la renta petrolera la producen unos yacimientos de petróleo con denominación de origen fiscal en los hechos durante el recorrido hasta 1999 cuando apareció la correspondencia fiscal en el Artículo 12 de la Constitución de 1999. Así la renta petrolera es un ingreso fiscal., de allí se deducen todos los costos por producirlo, como aquella parte de la renta que regresa al pozo en inversión para sostener y/o aumentar la producción, la participación -distribución de beneficios- de los asociados, el propio ingreso fiscal de la República. 

Este componente último, es el que forma parte de la agenda política, la cual era definida en conjunto con PDVSA desde 1975 hasta los cambios constitucionales y legislativos postconstitucional. La apertura en la segunda parte de los 90, trajo socios privados internacionales, la había que producir petróleo extra pesado, aparecieron las asociaciones y otros convenios. 

A partir del 2000, el régimen de captura de renta, se estrecha, en adelante, la propia industria y los márgenes de capitalización, serían en la ecuación, un residual, ese trataba de maximizar la renta fiscal, era evidente que nos estábamos montando en el roller coaster, pero petrolero, porque por ese camino, el fisco se comería la renta petrolera sin compasión, súmele a eso incompetencia, mal gobierno de un Estado y corrupción y tendrá la respuesta en sus manos, pero no olvide que el modelo de captura absoluta de renta fue montado sobre incentivos políticos fiscales, la revolución aceleraría los tiempos, los huevos se habían agotados cuando tuviéramos que comernos la gallina. 

Así ocurrió, pero tenemos salida en el futuro cercano, si y no. EN negativo si el Estado sigue con el negocio en sus manos, positivo si el negocio se subasta en el mercado y los incentivos se privatizan. Y que come el Estado con eso, nada, del petróleo nos interesa en adelante que los depongamos de energía sucinta y segura para nuestro desarrollo. La Venezuela que comienza hoy al término de esta pesadilla del socialismo, es la post petrolera.

El Estado de sus finanzas a la fecha de hoy.

Con dos meses de retraso llegaron balances y Estados Financieros de PDVSA, no hay sorpresas, sabíamos cómo venían, pero pendientes que su tardanza quizás fue casada por el maquillaje de unas cifras que traen el colapso económico y financiero de PDVSA. Conocíamos algunos síntomas, como por ejemplo el alto riesgo financiero de PDVSA y la pérdida del mercado financiero de capitales y bancas, la corporación petrolera está en la mesa de investigaciones por lavado, relaciones comerciales non sanctas, cuentas por cobrar que nunca cobraría, y atada a un acuerdo con China, absolutamente letal para la industria petrolera venezolana.

Esperábamos los respectivos maquillajes, como el del 2014 con la venta de la Corporación Minera de Oro -empresa de papel que no ha producido una sola “pepita de oro” al BCV en 2014  por 13500 millones de dólares, y ahora en ese orden nos trae curiosas ganancias cambiarias que conocemos requería tiempo porque los dólares que se gana PDVSA $15.350 MM salen de una tasa de cambio ficticia que permite contabilizar el dólar por un bolívar únicamente existen en el papel, lo que podríamos considerar como un lavado,. PDVSA según esos balances, gana en Divisas por mecanismo cambiario el 60% de sus ingresos por exportación. 

Se conoce que PDVSA tiene dos años que no ingresa renta petrolera al fisco, el déficit fiscal correspondiente es monetizado y la gente paga con la hiperinflación y escasez en las calles en colas esperando lo inesperado. Recordando a ENRON, de una quiebra, a un fiasco, cárcel, suicidios y cierre de Arthur Andersen, sus auditores, a uno hasta piensa que los caminos de PDVSA conducen a KPMG.

Puestos en una serie año tras año, la data de los estados financieros muestra la tragedia de un deterioro de la industria –predecible desde el 2005– en virtud no solo de los cambios constitucionales
y legislación que le sucede cuando pone en manos del gobierno la captura de la renta petrolera, sino del nuevo rol de PDVSA,  la cual aparece ahora como agente directo y supletorio fiscal con  una importante volumen de ingreso fiscal que se consume los mecanismos políticos -misiones y otros- destinados a la sostener el poder político de la revolución.

El gasto público incorpora por vía extrapresupuestaria el “gasto fiscal de PDVSA” más el del gobierno o sector público restringido, la factura fiscal venezolana ha sido cambiada para manejar la mitad del ingreso petrolero extrapresupuestariamente. Para nada porque hoy cuando la renta fiscal petrolera ha desaparecido, no hay artilugios ni fiscales ni presupuestarios que inflen el ingreso fiscal del gobierno, sino por el contrario, un descomunal déficit del 42% del PIB que muele el ingreso familiar con una hiperinflación que algunos no tuvieron éxito en esconder.

Los incentivos rentistas fiscales del gobierno acaparan el c comportamiento fiscal, De allí al proceso de descapitalización de la industria que ya comenzamos a discutir por estos medios no hacia un kilómetro, de hecho el ingreso fiscal -sumando el fisco y PDVSA- crecían a mayor velocidad que el PIB, lo que nos decía que el petróleo no revertía en su capitalización, sino que será consumido en la política. Este era un cambio significativo del orden anterior donde el reparto de la renta petrolera se sentaba sobre tres poderes. 

El trágico curso de una industria en manos del Estado/Gobierno sufriendo un intenso proceso de descapitalización, nos dice que la renta no se siembra, -el sembrar aunque en este contexto, -y en general tampoco comparatismo la expresión tan manida de Uslar- en ese caso se conecta  con el concepto de inversión en la propia industria, como haría una corporación privada en cualquier parte del mundo, pero en la PDVSA de hoy, simplemente se gasta y se gasta fiscalmente porque su propietario es el Rey, el fisco, el gobierno, y en esas condiciones, los agentes quienes capturan la renta y le dan uso político, tratan de garantizar que el poder se mantenga en línea con la revolución preconcebida. Es lo que ha ocurrido, si no se hace esta discusión al dente no se comprenderá el grado de ruina a la que hemos llegado.

Que nadie se sorprenda, ese curso seguirá por lo menos en el mediano plazo, no hay corto plazo para lo industria petrolera, las consecuencias tecnológicas, productivas, capital humano, reputación y riesgos diversos, impedirán que volvamos a producir 3 millones de barriles en los próximos diez años, los números no dan, ni el petróleo existe, del que el mercado quiere, ni inversionistas y su flujo de caja rojo, y comprometido para pagar sus pasivos. Hay que leer los estados financieros en un periodo largo de diez y siete años y se podrá ver que el deterioro es estructural de la PDVSA y en general de la Industria Petrolera Nacional.

De manera indirecta lo dicen los planes fracasados de PDVSA en estos años; el último de ellos, expresa que para producir cuatro  millones adicionales de petróleo, y llegar a  cuatro -según la data oficial- se requieren 256 mil millones de dólares y diez años, y si toma en cuenta que en esos años se ha perdido más de un millón de barriles diarios, es evidente que hoy en las peores condiciones financieras, ,  económicas, sociales y políticas, ese volumen de recursos financieros no es posible,  la astringencia financiera es aún mayor, si se le compara con los planes de PDVSA la que muere en 1999 y según los cuales a esta altura estuviéramos produciendo seis millones de barriles diarios. 

El desfase en volúmenes de producción supera los cuatro millones de barriles diarios, lo cual dice que el volumen de recursos requeridos es aún mayor y nos mide qué cantidad de recursos financieros se han literalmente “perdidos” y fueron asignados al gasto público por la misma PDVSA o por el Presidente directamente entre 2005 y 2012,dejando por fuera aquellos recursos de la renta del petróleo transferidos a fondos soberanos y que pudieron ser impactados por la crisis financiera entre 2008 y 2009 – unos 250 mil millones de dólares, la misma suma del último plan de PDVSA. 

Las complicaciones que surgieron por ello, se agigantan porque el mercado petrolero internacional cubierto por un shock de oferta –que dice que si algo hay oferta como arroz picao, que lo que sobra es petróleo dulce, el de los shale oils– inducido por la caída del costo marginal tecnológico que trajo la revolución de los petróleos de lutitas y otros en USA, un mercado que en el periodo considerado ya se había perdido para PDVSA, al menos en relación a las prioridades del mercado venezolano que había ya tomado curso hacia Asia, bajo consideraciones no económicas, sino políticas. 

Los shocks de oferta no ocurren muy a menudo, son prácticamente generados por shocks e innovaciones tecnológicos, a las cuales se llega bajo el impacto de un periodo de incubación tecnológica que se hacía realidad, y las desregulaciones financieras que esas nuevas empresas en los shale requerían -más petróleo, menores precios- además de los modelos de negocio que hicieron de esas empresas constituidas en esquemas de gestión que debían administrar una fuerte inversión inicial, lo cual impone un intenso ritmo de inversión que en 4 a 5 años llega a producir 5 millones de barriles diarios, es decir, ya el petróleo venezolano perdió el impacto marginal que pudiera causar en la seguridad energética americana, PDVSA es apenas un exportador residual a la economía americana, Chava no está presente, para recordarle lo que una vez le dijimos que su camino nos llevaría al momento en el cual el petróleo venezolano no haría falta en el mercado americano.

El shock de oferta cambiaría la morfología del precio internacional del petróleo en dos aspectos, una eliminaba la prima de riesgo que se pagaba en el petróleo OPEP, por efecto de la seguridad energética de Occidente, y la otra porque se derrumbaba la tesis del pico del petróleo, es decir, petróleo había “tecnológicamente’ hablando, y lo demostraba la inversión intensiva en los shale, así arribamos a un mercado más competitivo que la evolución de los precios en estos últimos dos años muestran un precio 50% por debajo del precio que prevalecían hasta 2014 y que venía desde la recuperación desde 2004. El impacto del shock es más amplio, las empresas petroleras -aliadas de las empresas estatales y sus gobiernos en el mercado- están declarando las mayores pérdidas en su historia, el mensaje es muy claro.

Así, el aliciente al incentivo rentista de un mercado donde el petróleo es del Estado se derrumbaba porque con un precio -cesta- entre 30 y 40 dólares por barril, el diferencial del “rentismo” disminuye y desaparece, dejando al fisco, la balanza de pagos y al BCV con las cuentas en un profundo déficit. Pero las cosas ya se habían complicado en Venezuela, la industria petrolera estaba bajo el impacto -simultáneamente- de un shock de oferta negativo.

Así, la oferta de petróleo caía en pendiente en virtud de la fuerte presión fiscal y de un fenómeno de mala asignación de recursos, derroche y corrupción, la producción de petróleo en la costa del Lago de Maracaibo sufría las consecuencias de una violación de contratos y nacionalización y el Furrial y Anaco  registran caída de la producción, no solo por descapitalización sino mala práctica e incompetencia, problemas en el capital humano que no alcanzan las exigencias de esos petróleos, así PDVSA en pleno colapso y quiebra que no se materializa por ser una empresa estatal.

Como país productor y exportador de petróleo el futuro en el mediano plazo es complejo y muy difícil su sobrevivencia. Por el lado de la demanda, sin socios con bolsillo profundo, pocas empresas privadas, la mayoría estatales, en volúmenes de producción limitadas por las dificultades que los precios actuales del petróleo les impone, unido a ello un costoso y sin reputación alguna como socio, el Estado venezolano que captura su renta petrolera fiscal en impuestos y regalías, con unos factores de oferta poco competitivos a los precios de hoy, petróleo contaminado que hay que mejorar con costos muy cercanos a sus competidores no convencionales, que requiere un enorme capital intensivo difícil de obtener bajo las circunstancias del mercado y del mismo bien. A ello se suma la participación estatal de la renta producida en 21% en regalías más los impuestos en 50%, más los costos de producción, la FPO ha dejado de ser un negocio que atraiga capitales. La estrategia del gobierno en estos años posteriores a la nueva legislación de empresas mixtas buscó asociarse con empresas estatales muchas de ellas en las mismas condiciones de PDVSA, no son socios para desarrollar una industria petrolera con un tipo de petróleo -extra pesado- y el cual constituye el 90% del petróleo que Venezuela dispone en su subsuelo.  

Las necesidades de financiamiento alcanzan los 260 mil millones de dólares -según el último Plan de PDVSA,  el cual no se cumple -como acotamos arriba- precisamente por carencia de capital, capital humano y sentido común-   sin embargo, el socio principal, PDVSA no los posee ni los tendrá en el futuro cercano en los próximos 10 a 15 años al menos que ocurra el milagro de una full privatización, pero ya no sería PDVSA estatal- un fenómeno político poco previsible porque el gran consenso nacional del Estado productor tanto  del Gobierno,  como de vastos sectores de la oposición es el que a la postre termine enterrando a Venezuela como país exportador de petróleo, aunque con niveles de producción – bajo agotamiento veloz- la demanda nacional de energía de hidrocarburos quedaría cubierta, pero bajo la condición que los precios no sean subsidiados al costo de producir petróleo. 

Mirémoslo de esta manera, entre 2004  y 2016 la FPO ha sumado apenas 90 mil barriles diarios de producción y mejora de extra pesados, a los que ya se producían de los años de la apertura en los 90, la “renacionalización” con el esquema de empresas mixtas no ha podido revalidarse como un modelo de negocio exitoso, entre otros por el incumplimiento de PDVSA, y el negocio se desnaturalizo a tal punto que del mejoramiento se pasó a un proceso de licuado con  un petróleo liviano que ha tenido que ser importado porque el liviano venezolano se dejado de producir para cubrir la demanda nacional por incompetencia,  corrupción , expropiación y nacionalización y por agotamiento (Flurrial y Costa del Lago). 

Se puede afirmar sin complejos que el futuro de Venezuela como país exportador de petróleo depende hoy,  no solo de factores físicos y económicos por competitividad, tecnológica y capital humano, además de reputación, solvencia, argumentos todos en la oferta como país, sino que dependerá del cambio de visión respecto a la renta del petróleo. Sabemos que la renta -su flujo- que afecta el ingreso fiscal petrolero inclusive, reduciéndolo a cero, expresa un determinado modelo de negocio basado sobre una particular morfología en su definición de derechos de propiedad, sobre contratos en cabeza de terceros, inversionistas y empresas petroleras internacionales. 

Una asociación del petroestados con socios cuyos derechos de propiedad no pueden jurídicamente expresarse porque su socio, la empresa estatal -PDVSA- no cumple, ni convenios ni contratos. Bajo ese diseño de propiedad, la revolución socialista acabó -aunque tardíamente- como era esperado, con el modelo del Estado productor, acabó la renta petrolera fiscal, y deja al país con una deuda “petrolera” que monta a los 120 mil millones de dólares, todo lo cual impide que el esfuerzo nacional pueda ser recapitalizado, ya no sería económicamente viable bajo la propiedad del Estado con contratos sobre derechos de propiedad económica y jurídicamente “bien definidos”. 

El camino a privatizar el petróleo escogido por la revolución  fue largo y costoso, así hoy la industria petrolera venezolana sería solo viable en manos privadas, nacionales e internacionales, y no es exageración, con este título escribí una nota en la prensa nacional en 2004  en mi columna con este título, “…el gobierno escoge largo camino para privatizar la industria petrolera …” , era evidente que los cambios constitucionales, la nueva legislación y el poder total -protagónico- en cabeza de un Presidente autoritario poco instruido,  autoritario amante del Estado y el socialismo,  el colapso de la industria petrolera era cuestión de tiempo, los argumentos detallados y discutidos se discuten en mi página web desde hace años y en términos reales temporales lo tenemos hoy con nosotros habiéndonos cortado el ingreso per cápita a la tercera parte del que teníamos hace nueve años.

En el cuadro anexo discriminamos por planes de negocio tanto de PDVSA 1999 que traía de los años de la apertura y cuyo cumplimiento era preciso hasta la llegada de la revolución y el socialismo petrolero que los detuvo e impidió su cumplimiento. También el  Plan de Siembra, en su versión original  fracasada y en  sus dos ajustes y respectivos desfases,  y la realidad de hoy, muestran básicamente dos cosas, la destrucción y el colapso de la industria petrolera nacional, fenómeno que ocurre en diez y siete años, pero años en los cuales el precio promedio del petróleo en el mercado internacional en unos $78 por barril (hasta 2014)   cuadriplica los costos del barril de petróleo de la FPO, hoy a $ 40 por barril apenas cubre costos de producción pero no cubre regalías ni impuestos y en segundo lugar muestra el enorme volumen de renta petrolera que se hubiese generado si los planes de crecimiento se hubiesen mantenido su cumplimiento. 

No había razón alguna de no haber ocurrido, porque el elevado precio del petróleo durante esos doce años, pedía mayor producción, existía un mercado que pagaba cualquier precio, hoy ese setting ya no existe, si algo sobra en el mundo es petróleo, y tecnologías para echarlo a la superficie, y a los países se les pide buena conducta, reputación y cumplimiento de contratos y obligaciones. Venezuela tiene diez y siete años mostrando que es un país -petroleramente- fallido, con gobierno forajido, mala conducta, y un cuadro político interno inestable, y aún sin una oposición que hable claro y diga cuál es su visión del petróleo, hasta ahora eso no ha ocurrido, el viejo paradigma aún reina en nuestra clase política, el Estado lo maneja un Rey y ese Rey reclama ser productor porque la renta es del “pueblo” aunque la reparte el Rey. No queda otro camino que la subasta de una industria, el mercado dirá si exportamos, ya no será como antes que bastaba tenerlo para venderlo, en adelante las reglas están del lado de la oferta, petróleo hay como arroz y la demanda seguirá cayendo marginalmente la gente busca energía más limpia, y el camino es del precio al costo de oportunidad.

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