Por: Nelson Hernandez
La evolución de la producción y refinación de petróleo en Venezuela entre 1980 y 2024 retrata el auge y la profunda contracción de su industria hidrocarburífica.
Al inicio, la producción crece de manera sostenida hasta finales de los años noventa y principios de los dos mil, tocando valores superiores a 3000 kBD, mientras que la refinación se mantiene relativamente estable entre 800 y 1000 kBD. Ese desfase, subrayado por el área sombreada, revela que gran parte del crudo se destinaba a la exportación.
La línea discontinua en torno al año 2000 marca el punto de inflexión: a partir de ese momento comienza una caída gradual de la producción, que se agrava tras 2015 por falta de inversión, deterioro de la infraestructura y sanciones internacionales.
En paralelo, las refinerías, hasta el 2010 operando cerca de su capacidad, evidencian un desplome de su rendimiento por problemas operativos, escasez de repuestos y decisiones de gestión. Cabe acotar el accidente en la refinería de Amuay en el 2012.
El resultado es una brecha cada vez menor entre lo extraído y lo procesado internamente, lo que no solo reduce las exportaciones sino que obliga a importar combustibles. El gráfico sintetiza cómo las políticas energéticas, la gestión de PDVSA y las condiciones económicas y externas han moldeado el ciclo de prosperidad y declive del sector petrolero venezolano.
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