Rafael Gallegos
Blog núm. 236
Venezuela está al revés. El
presidente se declara en rebelión ¿contra él mismo?, porque las rebeliones
hasta donde uno conoce, son contra la autoridad. Con la sorprendente CAMIMPEG, los
servicios petroleros los operarán los militares, tal vez mañana le
pidan a los petroleros que compren los Sukoil. El gobierno, desesperado por
divisas, regala nuestros recursos mineros. A la Polar, el último mohicano de la
comida, la satanizan mientras endiosan
sus quebradas empresas, como si quisieran que nos comamos los unos a los otros.
Paradoja: en lugar que el pueblo se coma la comida, han logrado que la comida
se coma al pueblo.
Porque el pueblo,
desesperado, tiene dos alternativas: hacer gigantescas colas para comprar cada
vez menos comida, o adquirir alimentos a precios inalcanzables. El presupuesto
cada vez más escuálido, se consume fallidamente en comida. Y esto, además de
nerviosismo, es hambre. Y hambre es niños desnutridos y padres hambrientos…. y desesperados para comenzar.
El gobierno no da signos de
cambio. Se dedica en televisión a declarar auto rebeliones, a insultar a los
empresarios, a echar agua bendita a Ramos Allup, o a proponer la cría de
gallinas en apartamentos y la siembra de cachamas en tobos de plástico. Qué
pena… ajena. Imitan a los jerarcas de Bizancio, que mientras los invasores les
tumbaban los muros de la ciudad, se reunían para discutir cosas tan
intrascendentes como la carcajada del diablo, el tamaño de los pelos del pubis,
o el sexo de los ángeles. No se dan cuenta que su salida de esta precaria
situación, se debate entra la renuncia y el brinco de talanquera. Lo demás es
hambre. Y el hambre es la peor consejera.
QUINTACOLUMNAS
DE LA GUERRA ECONÓMICA
Siguen inventando cuentos como el de la “guerra económica” o
frases como “con hambre y sin empleo con Chávez me resteo”, pretendiendo que el
pueblo, como si fuera bobo, se los crea. Si existiese la guerra económica, los “revolucionarios”
serían no lo duden, los quintacolumnas. Aquellos individuos que penetraban al
bando enemigo para destrozarlo desde adentro. Quintacolumnas al ritmo de “exprópiese”
que significa “destrúyase” y si hoy no producimos comida es porque
acabaron con el parque empresarial. Quintacolumnas que se retiraron de la Comunidad Andina para acabar con el mejor mercado no petrolero de Venezuela. Quintacolumnas
que multiplicaron por cuatro la moneda circulante, pulverizando el bolívar y
generando esta inflación record mundial. La comida se está comiendo al pueblo. Todo
desde adentro, como el destroce a Pdvsa y de las empresas de Guayana. Nos
aproximamos hacia la el record más nefasto de la “revolución”: la primera
hambruna de un país petrolero.
Y después no le echen la
culpa a nadie, la guerra económica la
provocaron, la manejaron y fungieron como quintacolumnas. Pura destrucción
estratégica, como el modelo cubano, que aquí no cuaja porque somos cabeza de
continente y sobre todo, un pueblo
demócrata. Aquí quien no nació en democracia, se crio en democracia.
SI
NO TIENEN PAN QUE COMAN TORTAS
Cuentan que cuando a la
Reina Antonieta de Francia, le dijeron que huyera porque el pueblo estaba hambriento
y amotinado reclamando pan en las puertas de palacio, ella dijo: “si no tienen
pan, que coman tortas”.
La Reina de Francia había
llevado una vida muy disipada, llena de lujos, mientras el pueblo de París
pasaba hambre, padecía una astronómica inflación y el valor de los billetes se
le deshacía en las manos. Ah! y no había pan. El humor de los franceses la
moteó Madame Déficit. ¿Quién será Míster Déficit en Venezuela?
Su esposo, el Rey Luis XVI,
no se daba por enterado de la crisis. Botó a los ministros de Economía que le
alertaron acerca del problema. Se negó a tomar medidas conducentes para hacer
manejable el déficit. Y no tuvo capacidad para vislumbrar que el modelo se
había agotado. No quiso brincar la talanquera, lo que tal vez lo hubiera
salvado. Como los de jefes de Bizancio y otros de los que no quiero acordarme,
vivía en las ramas. Lo de él era la mecánica y la carpintería. No tenía ni idea
de lo que significaba gobernar. Le pasó igual que siglos después a su colega
Nicolás (el Zar de Rusia), que tampoco interpretó su momento y cayó en las manos
del despiadado Lenin.
El Rey de Francia no
interpretó su hora. Por cierto cuando quiso huir ya era demasiado tarde. Lo
capturaron, lo devolvieron a prisión y el resto es historia.
Los franceses se cansaron de
que la comida se los comiera, y al Rey, que no supo leer su momento histórico, el
pueblo le leyó la cartilla en el momento menos pensado. Y los venezolanos ni
siquiera podemos comer tortas, porque además de harina tampoco hay huevos. O
sea…
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