Juan Luis Martínez B.
19 de junio de 2014
De acuerdo con el Balance de Deuda Financiera
Consolidada de PDVSA correspondiente al cierre de 2013, las obligaciones
financieras, que básicamente corresponden a emisiones de bonos y otros
instrumentos de préstamo, totalizan más de 43 mil millones de dólares.
Aparte de esta deuda financiera, y de acuerdo a lo
reportado por el Ministerio de Petróleo y Minería en su Memoria 2013, PDVSA
tiene cuentas por pagar, al cierre de año, por más de 19 mil millones de
dólares. Estas cuentas por pagar se refieren a deudas con contratistas,
proveedores y otras obligaciones producto de la actividad operativa y comercial
de la empresa.
En total, los pasivos de PDVSA llegarían a 63 mil
millones de dólares, equivalentes al 75% del patrimonio de la empresa.
Uno de los hechos más preocupantes respecto al crecimiento
de los niveles de endeudamiento de PDVSA, cuya deuda financiera en 2006 era de
2200 millones de dólares, es que dicho endeudamiento debía haber sido la
palanca para reforzar e incrementar su producción petrolera, sin embargo, desde
2006 hasta 2013 la producción se ha reducido en casi un 10%, lo cual indica que
el destino de todos esos recursos no fue precisamente la ejecución de las
inversiones necesarias para su negocio medular. Hoy estamos viendo las
consecuencias; una empresa con un alto nivel de obligaciones y generando menos
divisas de las que la economía del país necesita para abastecer su consumo
interno.
Sin embargo, dentro de este estilo tan cuestionable de
gerencia y administración de la principal industria del país, se está
consolidando, en especial desde 2012, un esquema adicional de financiamiento
que se lleva a cabo a través de empresas directamente asociadas con PDVSA para
el desarrollo de infraestructura y explotación petrolera, así como con empresas
contratistas y prestadoras de servicios.
Desde el año 2012 PDVSA ha recurrido a sus socios en
diversos desarrollos y áreas de producción petrolera y de gas, como: CNPC
(empresa nacional petrolera de China), Chevron, ENI, Gazprom, Repsol, Perenco y
Suelopetrol, para que estas empresas aporten parte o la totalidad del capital
que le corresponde a PDVSA en cada caso, a modo de financiamiento, a fin de
poder llevar a cabo los proyectos de infraestructura para los nuevos
desarrollos y para reforzar los existentes, tanto en la Faja del Orinoco, como
en otras zonas del país donde PDVSA está trabajando de manera asociada. La totalidad
del financiamiento que PDVSA ha gestionado con estos socios alcanza, desde 2012
hasta la fecha, más de 11 mil millones de dólares.
Por otra parte, PDVSA ha ido más allá con este modelo
de financiamiento. Desde 2013, cuando por primera vez recurrió a las empresas
de servicios de exploración y producción de rango internacional, como fue el
caso de Schlumberger, para financiar sus propios servicios, este año 2014 anunció
como un gran logro el haber gestionado el mismo esquema de financiamiento con
las empresas transnacionales Halliburton, Weatherford y la misma Schlumberger,
por un monto total de 2200 millones de dólares.
El objeto de la línea de crédito, tal como la denominan
las mismas autoridades de PDVSA, es que estas empresas lleven a cabo los
servicios de asesoría, asistencia técnica, suministros de materiales y
herramientas para el desarrollo de todas las actividades necesarias a nivel de perforación
y producción, principalmente enfocadas en los desarrollos de la Faja del
Orinoco.
En total, los préstamos gestionados con los socios y
con las empresas de servicios especializados antes mencionadas, alcanzan desde
2012 a la presente fecha más de 13 mil millones de dólares.
El cuestionamiento a este tipo de préstamos viene por
partida doble. El primero es muy simple; consiste en cuestionar la
justificación de todos estos créditos a través de socios y contratistas como
recursos para el desarrollo de proyectos y para encaminar el aumento de la
producción petrolera en general, debido a que para ello es que se supone PDVSA incrementó
su deuda financiera en más de 40 mil millones de dólares desde 2006. Por lo
tanto viene la pregunta: ¿qué se hizo con todo ese dinero?
El segundo proviene de analizar la conveniencia de
recurrir a socios y contratistas para financiarse.
Este medio de financiamiento acarrea, con toda
seguridad, costos muy superiores para PDVSA ya que por lo general estas
empresas no tienen por objeto el financiamiento de negocios y proyectos. Las
empresas petroleras tienen como objetivo desarrollar proyectos para incrementar
su base de reservas, producir y comercializar petróleo y derivados, y producto
de esta actividad agregar valor y pagar dividendos a sus accionistas. Por el
lado de las empresas de servicios especializados, proveer asistencia técnica y
los suministros necesarios para desarrollar áreas de producción y asistir la
producción de petróleo y gas a nivel de pozos; su nivel de especialización técnica,
know-how y dominio de todos los escenarios posibles en cada área de producción
es el principal activo de estas empresas a nivel mundial, por lo que sus
servicios son, justificadamente, bastante costosos.
En tal sentido, cualquiera de estas empresas va a
cargar un significativo costo a este tipo de financiamiento, y ello es lógico
ya que el prestar dinero no es el objeto de su existencia, y por otro lado, su posicionamiento
en Venezuela y la dependencia de PDVSA de sus aportes y de sus servicios las
coloca en una posición de dominio para hacer que PDVSA pague, por lo general,
un costo financiero adicional al que pudiese lograr, en condiciones normales,
por la vía de una entidad financiera, o a través de otros agentes crediticios
debidamente calificados.
Todo esto nos lleva a concluir que, muy probablemente,
PDVSA ya no es capaz de levantar capital en los mercados financieros a un costo
razonablemente manejable, y por ello, tuvo que caer en este tipo de préstamos,
que seguramente van a resultar tan costosos o más.
Por último, viene otra gran interrogante, la cual se
deriva de los planes de producción petrolera de PDVSA que acaban de publicarse
en la Memoria 2013 del Ministerio de Petróleo y Minería.
De acuerdo a este plan, la producción petrolera va a
alcanzar 6,2 millones de barriles diarios para el año 2019, y para lo cual se
deberán invertir más de 300 mil millones de dólares, de los cuales PDVSA
aportará, según este documento, 245 mil millones.
La gran interrogante, más allá de intentar descifrar
cómo PDVSA podrá honrar todos sus compromisos actuales, es: ¿Cómo PDVSA, que
actualmente debe recurrir a socios y contratistas para levantar capital, va a
lograr ejecutar estos proyectos y nuevos desarrollos con tales requerimientos
financieros?
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