Andres Oppenheimer
Cuando el municipio de Doral entró en la historia esta semana al
convertirse en la primera ciudad de Florida que elige a un alcalde venezolano,
mi primera reacción fue correr a mi página de Twitter para difundir la noticia
y agregarle un comentario jocoso: ¡Gracias, Hugo!
Así
como Florida debería estar eternamente agradecida al dictador cubano Fidel
Castro, por las decenas de miles de profesionales que escaparon a Miami
después de la revolución cubana de 1959, las autoridades de Florida deberían
levantar una estatua al presidente venezolano Hugo Chávez por haber ahuyentado
a una parte de la clase media venezolana que se ha venido a Florida durante la
ultima década.
Se
estima que hay alrededor de 244.000 venezolanos viviendo en Estados Unidos,
mas del doble de los 91,000 que vivían en el país en el 2000, un ano después
de que Chávez asumió la presidencia, según cifras de la Oficina del Censo de
Estados Unidos. Doral, en la zona del gran Miami, tiene la mayor concentración
de venezolanos en Estados Unidos, lo que ha llevado a muchos de sus residentes
a llamarla, en broma, “Doralzuela”.
Tal
vez más interesante aún, la mayoría de los venezolanos que residen en Estados
Unidos tienen altos niveles de estudios. Entre los residentes
venezolano-estadounidenses entre 25 y 34 años, casi el 57 por ciento tiene
títulos de licenciatura o de maestría, un porcentaje mucho mayor que el
promedio nacional estadounidense, según las cifras del Censo de 2010.
Muchos
venezolanos – algunos llegados antes de que Chávez asumiera el poder en 1999,
y otros después – ocupan cargos importantes en las mejores universidades de
Estados Unidos.
Irónicamente,
aunque actualmente no hay ni una universidad venezolana entre las mejores 400
universidades del mundo del ranking del Suplemento de Educación Superior del
Times (THE), un académico venezolano —Rafael Reif— fue designado hace pocos
meses presidente del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), una de
las cinco universidades que encabezan ese ranking mundial. Otros enseñan en
Harvard, Columbia y otras de las mejores universidades del país
El
éxodo de decenas de miles de venezolanos de clase media durante los últimos
años también ha sido una bendición para la industria inmobiliaria de Florida,
donde los venezolanos —junto con los brasileros y los argentinos— han estado
entre los principales compradores de viviendas después de la crisis de
2008.
No
es sorprendente que en un artículo reciente del Miami Herald se citara a
Philip Spiegelman, directivo de una firma que vende condominios en Miami,
diciendo que el chiste del momento entre los asistentes a un congreso
inmobiliario celebrado el 15 de noviembre en Miami era que Chávez debía ser
designado “Vendedor del Año”, debido a la enorme cantidad de venezolanos que
han comprado propiedades en Miami en 2012.
En
una entrevista telefónica, el nuevo alcalde de Doral, Luigi Boria, me dijo que
los venezolanos constituyen alrededor del 22 por ciento de los residentes de
la ciudad. Boria, dueño de una empresa exportadora de computadoras, se mudó a
Florida en 1989, pero la mayoría de los residentes venezolanos de Doral han
llegado a la ciudad en fechas más recientes.
“Han
venido aquí por la persecución, el miedo y la inseguridad que sienten en
Venezuela”, me dijo Boria. “Y es probable que vengan muchos más. Mi propio
hermano y su familia están hablando con abogados de inmigración, para poder
mudarse aquí”.
Mile
de otros venezolanos de clase media se han ido a Panamá, Colombia y otros
países latinoamericanos, donde la diáspora venezolana aumenta cada día. Hay al
menos 97.000 venezolanos viviendo en España, 37.000 en Italia y 36.000 en
Portugal, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico,
con sede en París.
En
buena parte por la huida de los ejecutivos y los ingenieros petroleros de
Venezuela, la producción de petróleo venezolano se ha desplomado desde los 3.4
millones de barriles diarios en el momento en que Chávez asumió la presidencia
a alrededor de 2,5 millones en la actualidad, según estimaciones
independientes. De manera semejante a los que ocurrió con la industria
azucarera cubana después de la revolución de 1959, la industria petrolera de
Venezuela ha sido diezmada por la emigración de profesionales que no han
podido ser reemplazados por la decadencia general de los niveles
educativos.
Mi
opinión: la fiesta populista de Venezuela —que le ha permitido a Chávez ser
re-electo tras usar la bonanza petrolera del país para dar subsidios en
efectivo a millones de personas, al tiempo que destruyo la base industrial del
país— ha dado lugar a un éxodo masivo que afectará a Venezuela por muchos
años.
Para
Venezuela, eso es una tragedia. Pero para Estados Unidos y otros países que
están recibiendo estos grupos de inmigrantes altamente preparados, es una
bendición.
El
presidente Obama podría aprovechar la elección de Boria para enviarle a Chávez
una calurosa nota de agradecimiento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario