Miguel Mendez
Además
del problema de las grietas y fisuras que se han venido presentando
recurrentemente en obras de construcción de casas o apartamentos para la
Gran Misión Vivienda Venezuela, tan significativas como Ciudad Caribia,
la Torre Nueva Caracas en catia, los urbanismos San Ignacio I en el
estado Miranda y Parque Vidoño en el estado Anzoátegui, etc., es muy
probable esperar que algo semejante ocurra en los edificios que se
levantan en los alrededores de la Avenida Libertador y en el resto del
país. Ojalá que no sea así; sin embargo la aventura de improvisar,
siempre pasa factura. Y decimos esto porque comienza a mostrarse
evidencia de que los materiales de construcción, específicamente los
bloques de arcilla y de cemento, no tienen la consistencia exigida por
las normas y ello complicará la solidez de dichas edificaciones.
En
efecto, la planta Venproinco, dirigida por Karla Fermín, empresa mixta
venezolano-belarús, ubicada en Guatire, la más grande de Latinoamérica
en su tipo, dedicada a producir bloques de arcilla de 15 cm de espesor,
presenta una falla estructural en los productos que fabrica; en efecto,
los bloques carecen de la resistencia requerida, debido a que por un
error de diseño, los molinos de la maquinaria francesa que se compró
tienen una entrada que no se adapta a la granulometría de la arcilla que
se encuentra en las minas contiguas ubicadas en Guatire, y por causas
que desconocemos no se ha buscado procesar arcilla de otras partes del
país que pudieran adaptarse mejor a la maquinaria. Por esta razón el
bloque que se produce se rompe fácilmente separándose “tipo hojilla”
porque tiene una resistencia menor al bloque artesanal que se fabrica en
las bloqueras privadas de cualquier zona del país. Con
estos ladrillos se están haciendo las fachadas y la división entre
apartamentos de los edificios de la GMVV en Caracas y Miranda. Para las
paredes internas de los apartamentos se usan bloques artesanales de 10
cm de espesor. Paradójicamente, entonces, las paredes internas de estos
edificios terminaron teniendo más resistencia que las fachadas. Un
transeúnte detallista, puede observar como se están cayendo los frisos
en varios de los edificios de la Av. Libertador. Eso puede obedecer al
problema de los bloques, en el mejor de los casos, o aun problema mayor
que no conocemos.
En
el Oriente del país Pdvsa compra el bloque de cemento en Bs. 2,80, ni
medio más. Esta propuesta de adquisición es vil, pues no toma en cuenta
que los costos de fabricar un bloque de cemento de buena calidad ronda
los Bs. 3,60, por lo que las bloqueras no pueden vender un producto a
pérdida; sin embargo fabricantes inescrupulosos aceptan el precio
ofertado por la estatal petrolera, pero como ellos no van a perder en la
operación, hacen el bloque con menos cantidad de materia prima
(cemento, arena y arrocillo), con lo cual la resistencia es menor. En
esa “relación” gana el gobierno y gana el productor, pero pierde el
ciudadano a quien se le adjudicará la precaria vivienda en la que
malvivirá hasta que el tiempo exponga las inconsistencias de su morada.
Lamentablemente
los adjudicatarios de hoy que celebraron ruidosamente su fortuna, son
elegibles para engrosar nuevamente la fila de los damnificados,
reiniciando un círculo perverso que los venezolanos pobres no merecen.
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