lunes, 27 de octubre de 2025

Oportunidades de Inversión en la Industria Petrolera Venezolana

Por: Nelson Hernández



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Contexto

Las proyecciones de la EIA muestran una disminución gradual de la producción de petróleo no convencional en USA, (particularmente tight oil onshore) en las próximas décadas. Esta tendencia amenaza con reducir la autosuficiencia energética de USA y aumentar la dependencia de importaciones en un entorno global cada vez más competitivo.

En este escenario, Venezuela emerge como un socio estratégico natural: posee las mayores reservas probadas de crudo del mundo, una infraestructura petrolera subutilizada y una necesidad urgente de capital, tecnología y mercados estables.

Ventajas Competitivas de Venezuela

  • Reservas abundantes y diversificadas: Más de 300 Giga barriles (GB), con crudos pesados y extrapesados que pueden complementar la declinación del shale estadounidense.
  • Proximidad geográfica: Costos logísticos reducidos y tiempos de transporte más cortos en comparación con Medio Oriente o África (nearshoring).
  • Infraestructura existente: Refinerías, oleoductos y terminales que requieren modernización, pero que ofrecen una base sólida para una rápida recuperación.
  • Necesidad de inversión externa: Abre espacio para esquemas de asociación público-privada, contratos de servicio y empresas mixtas con condiciones favorables para capital extranjero. Las inversiones se vislumbran en el up, médium y down stream.

Beneficios Estratégicos para USA

  • Diversificación del suministro: Reducir la exposición a mercados inestables y garantizar un flujo confiable de crudo hacia refinerías del Golfo de México.
  • Estabilidad regional: La cooperación energética puede contribuir a la recuperación económica venezolana, reduciendo presiones migratorias y fortaleciendo la seguridad hemisférica de una forma integral.
  • Ventaja competitiva global: Asegurar acceso preferencial a reservas estratégicas en un momento de transición energética, donde la seguridad de suministro sigue siendo crítica.

Conclusión

La caída proyectada de la producción estadounidense exige acciones proactivas de diversificación. Invertir en Venezuela no es solo una oportunidad económica, sino una decisión estratégica que puede compensar la declinación interna, reforzar la seguridad energética de USA y abrir un nuevo capítulo de cooperación hemisférica.







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VENEZUELA. Evolución del Sector Eléctrico (1985 – 2024)

 Por: Nelson Hernández

  • No se trata de añadir más megavatios termicos, sino de recuperar los que ya existen y complementar con renovables donde sea más eficiente.

En la actualidad el sector eléctrico presenta un franco deterioro después de haber sido referencia a nivel mundial y Latinoamericano. Un sistema que cuenta con una fuerte capacidad hidroeléctrica, teniendo dentro de su  infraestructura al Gurí, una de las mayores represas del mundo,  ocupando el  4to. lugar con sus 10000 MW de potencia.

Aunado a lo anterior, Venezuela cuenta con una infraestructura termoeléctrica alimentada con hidrocarburos (gas, diesel y fuel oíl) que ronda los 18955 MW, para un total en el 2024 de 35000 MW[1]

Sin embargo,  con esa capacidad de generación, el país sufre de una crisis eléctrica severa que se traduce en continuos apagones a nivel nacional. La crisis es recogida en el grafico a continuación.


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La grafica abarca un periodo de análisis de 1985 – 2024, y está compuesta por:

  • Una linea de color anaranjado que pertenece a la capacidad total instalada de generación eléctrica
  • Una linea de color verde que representa la demanda máxima del sistema más un 30 % (Dmax+30). El margen del 30 %  es una norma prudencial usada en la industria eléctrica cuando la indisponibilidad es incierta. En Venezuela, dadas las vulnerabilidades presentes, es un estándar defensivo apropiado para conocer la resiliencia del sistema y poder garantizar la continuidad del suministro eléctrico.
  • Una linea morada que muestra la capacidad operativa (CO) del sistema
  • Una linea azul (que se lee en el eje Y derecho), y que pertenece a la capacidad operativa expresada en porcentaje
  • El área entre las líneas de la capacidad total y capacidad operativa, corresponde a la capacidad no operativa (CNO)
  • El área entre las líneas de Dmax+30 y la capacidad operativa, representa la resiliencia del sistema eléctrico

Por otra parte, para una mejor comprensión de la evolución del sistema eléctrico nacional (SEN), el periodo de análisis se ha dividido en 3 fases o etapas. A continuación las características de estas:

·         Fase I — Expansión hidráulica y estabilidad (1985 – 2002)

    • Eficiencia alta: % operativo creciendo hacia 70–80 %, lo sugiere un parque con buena disponibilidad y mantenimiento.
    • Cobertura con margen: CO ≥ Dmax+30% en gran parte del periodo implica continuidad del suministro con baja probabilidad de racionamientos.
    • Balance hidro - térmico: Dependencia hidráulica sostenida pero con térmico funcional; transmisión sin cuellos críticos recurrentes.

·         Fase II — Saturación y vulnerabilidades emergentes (2003 – 2014)

    • Instalada crece, operativa desacopla: La capacidad total sigue subiendo, pero el % operativo empieza a ceder: señal de indisponibilidad creciente (mantenimientos diferidos, combustibles).
    • Margen estrechándose: Intermitentemente CO < Dmax+30%, el colchón de resiliencia se reduce; el sistema se vuelve más sensible a contingencias N-1. Presencia de apagones consuetudinarios se inician en el 2004
    • Preludio de caída: Pequeñas inflexiones anticipan el stress del SEN que se materializa en Fase III.

·         Fase III — Caída operativa y recuperación selectiva (2015 – 2024)

    • Descenso abrupto de CO y % operativo: Mínimos cercanos a 45 % de CO indican indisponibilidad masiva.
    • Coexistencia crucial: Los apagones se intensifican, tanto en intensidad como en como en duración. Ocurre el gran apagón nacional (07- 03-2019).
    • Rebote parcial: Recuperación hacia 60 % de CO que sugiere mejoras en mantenimiento/insumos, pero sin volver a la robustez histórica. El margen sigue frágil en eventos de punta o hidrología adversa.

Inferencias analíticas y lecturas estratégicas

De la grafica se obtiene lo siguiente:

  • Capacidad instalada no es garantía: El indicador determinante es CO vs Dmax+30%. El gráfico lo evidencia perfectamente.
  • Elasticidad de la demanda y reconfiguración del pico: La caída de  Dmax+30% en Fase III refleja una caída de la actividad económica y/o gestión de la demanda. No confundir alguna “resiliencia por menor demanda” con recuperación estructural.
  • Cuellos de disponibilidad, no de potencia nominal: El descenso del % operativo apunta a causas técnicas/insumo-transmisión más que a falta de capacidad nominal. El foco de políticas públicas debe ser disponibilidad y confiabilidad.
  • Resiliencia condicionada: Donde CO ≥ Dmax+30%, hay oportunidad de estabilizar servicio y reconstruir confianza. Donde CO < Dmax+30%, priorizar rehabilitación y gestión de contingencias para evitar racionamiento.
  • Ventanas de oportunidad: La recuperación selectiva sugiere que un paquete bien dirigido (mantenimiento crítico, combustible seguro, N-1 en transmisión) puede convertir años venideros con cobertura plena.

Implicaciones operativas y de política

Resolver la crisis eléctrica requiere de un conjunto de acciones holísticas de políticas públicas, operativas y tecnológicas, donde debe dársele prioridad a la participación del sector privado en todas las fases que conforman a la industria eléctrica. Dentro de estas se mencionan las siguientes:

  • Priorizar disponibilidad sobre nueva capacidad: Rehabilitar unidades y asegurar combustible gas tiene inmediatamente mayor retorno económico y  tecnológico que añadir MW nominales. La recuperación sostenible depende más de la disponibilidad de combustibles y líneas de transmisión, que de nuevos MW.
  • Gestión de contingencias y N-1: Asegurar que el sistema resista la pérdida de una gran unidad/corredor sin caer por debajo de Dmax+30%.
  • Mantenimiento y repuestos críticos: Actualizar programas de mantenimiento diferido e inventario de  repuestos para sostener el % operativo >60–70%.
  • Plan de combustible y despacho económico realista: Contratos firmes de suministro de gas/diésel que reduzcan la indisponibilidad termoeléctrica.
  • Generación con renovables: Explorar la factibilidad técnica – económica de instalación de capacidad nueva en renovables para áreas aisladas o necesidades puntuales de la industria cibernética

Conclusión

El recorrido histórico del sistema eléctrico venezolano revela una paradoja estructural: poseer una de las infraestructuras más robustas de América Latina no garantiza estabilidad ni continuidad del servicio. La gráfica presentada —con sus fases, márgenes y brechas— ilustra con claridad que la potencia instalada es solo una parte del relato. Lo que verdaderamente define la resiliencia del sistema es la capacidad operativa disponible frente a la demanda máxima más un margen prudencial.

La caída del porcentaje operativo en la Fase III no solo refleja fallas técnicas o logísticas, sino también una pérdida de confianza en la gobernanza del sistema. El gran apagón de 2019 no fue un evento aislado, sino el síntoma visible de una fragilidad acumulada. Sin embargo, el rebote parcial hacia 2024 sugiere que hay ventanas de oportunidad: con mantenimiento dirigido, combustible seguro y gestión de contingencias, es posible reconstruir cobertura plena.

En este contexto, las energías renovables emergen no solo como complemento, sino como alternativa estratégica. En zonas aisladas, industriales o vulnerables, instalar capacidad solar o eólica puede ser más viable —económica y logísticamente— que rehabilitar unidades térmicas obsoletas o dependientes de combustibles escasos. Además, su modularidad y tiempos de implementación reducidos permiten reforzar la resiliencia territorial sin esperar grandes obras. Un sistema eléctrico sostenible no se define por una sola fuente, sino por su capacidad de adaptarse, diversificarse y garantizar continuidad bajo incertidumbre.

Esta retrospectiva invita a repensar las prioridades. No se trata de añadir más megavatios termicos, sino de recuperar los que ya existen y complementar con renovables donde sea más eficiente. La planificación debe centrarse en disponibilidad, confiabilidad y calidad del servicio. En ese sentido, el uso del indicador Dmax+30% como umbral estratégico es más que una fórmula técnica: es una herramienta de política pública que comunica urgencia, vulnerabilidad y posibilidad.

El sistema eléctrico venezolano puede volver a ser referencia, pero solo si se reconoce que la resiliencia no se mide en capacidad instalada, sino en capacidad disponible. La diferencia entre ambas es donde se juega el futuro energético del país.

 

 

 

 

 

ANEXOS






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[1] La capacidad hidroeléctrica no incluye la de la represa de Tocoma de 2160 MW (en construcción). Por otra parte, la capacidad hidroeléctrica en el occidente del país de 625 MW está incluida en el total nacional.

lunes, 20 de octubre de 2025

Venezuela. Taladros Vs. Producción de Petróleo

 

Por: Nelson Hernández

A nivel global, en la industria petrolera hay una máxima de gran cumplimiento: A mayor numero de taladros mayor producción de petróleo.


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En el caso venezolano esa máxima ha dejado de cumplirse, tal como lo refleja la grafica que muestra la producción de petróleo y el número de taladros activos para el periodo 1982 – 2024.

En Venezuela, más taladros no siempre significan más producción porque la relación está mediada por factores de calidad de yacimientos, estado de la infraestructura, gestión operativa y contexto político-económico.

Las razones principales para que esa correlación se rompa, entre otras, son:

  • Declinación natural de los yacimientos
    • Muchos campos maduros en Venezuela (especialmente en el oriente y occidente) han entrado en fases de declinación.
    • Aunque se perforen más pozos, la productividad por pozo es mucho menor que en décadas anteriores.
  • Productividad heterogénea de los pozos
    • No todos los taladros perforan en zonas de alto potencial.
    • En la Faja del Orinoco, por ejemplo, los pozos requieren técnicas de mejoramiento (upgrading, dilución, inyección) para producir crudos extrapesados, lo que limita la eficiencia de cada taladro.

·         Infraestructura deteriorada

    •  Oleoductos, estaciones de flujo, mejoradores y refinerías han sufrido años de desinversión.
    • Aun si se perforan pozos, la capacidad de evacuar, procesar y exportar el crudo está restringida.
  • Limitaciones tecnológicas y de servicios
    • La industria de servicios petroleros (Halliburton, Schlumberger, etc.) redujo operaciones en el país. Esto afecta la disponibilidad de equipos de completación, fractura, bombeo y mantenimiento.
  • Gestión y entorno institucional
    • Sanciones internacionales y restricciones financieras han limitado la importación de diluyentes, repuestos y tecnología.
    • La falta de transparencia y planificación estratégica reduce la eficiencia de la perforación.

·         Producción sin taladros activos

    • Entre 2020 y 2023, hubo periodos con cero taladros activos, pero la producción se sostuvo parcialmente gracias a reacondicionamientos menores (RA/RC) y trabajos de reparación sin perforación. Esto explica por qué la curva de producción no cae exactamente al ritmo de la curva de taladros.

Del grafico se desprende que:

  • Hasta finales de los 90 (Etapa I): la correlación era más clara, pues nuevos taladros en campos convencionales generaban aumentos directos de producción.
  • 2000–2015 (Etapa II): la producción se mantuvo relativamente alta con fluctuaciones, pero ya no crecía proporcionalmente al número de taladros.
  • 2015 en adelante (Etapa III): colapso simultáneo de taladros y producción, aunque la caída de producción fue más lenta gracias a trabajos menores y pozos previamente perforados.

Conclusión

La aparente “desconexión” entre taladros y producción en Venezuela se debe a una combinación de yacimientos maduros, pozos menos productivos, deterioro de infraestructura, restricciones tecnológicas y factores políticos. En otras palabras, no basta con tener más taladros: se requiere un ecosistema operativo y de servicios que convierta esas perforaciones en barriles efectivos.