viernes, 2 de septiembre de 2016

...... CRACIA


 Carlos Delgado
 
 
Cracia fue una muchacha que apareció abandonada en el pueblo donde crecieron mis ancestros antropológicos*,  según el atavismo al que he tenido acceso. Todos creían que era de Creta o hija de una diosa por lo bella que era y porque se mantenía por largos períodos de tiempo sin comer ni beber agua alguna, prestando ayuda a quien lo necesitase y requiriese. Nadie supo de dónde salió, tampoco se le conocieron familiares ni amigos que recordar. Su silueta imponía respeto y ella trataba, en lo posible, de mantener una figura erguida, impoluta, propia de deidades, de esas almas luminosas que siempre ansiamos o soñamos ver, conversar con ellas o, por lo menos, ser bendecidos e iluminados por su mirada tierna, carente de malicia. Era totalmente incondicional y lograba la unión y consenso de todos cada vez que proponía una iniciativa, todas concluidas exitosamente y celebradas.Todos querían a esta hermosa doncella y pretendían sus favores, por ello propusieron llamarla Pancracia, como si fuera un coroto, nombre inmediatamente rechazado por ella. Luego, quisieron imitar sus acciones y a todas ellas bautizaban anteponiéndole sílabas y letras a tan venerado y extraño nombre como si con ello se heredaría una suerte de milagro que aportaría al nuevo patronímico las virtudes de esa beldad pura. A nadie se le ocurrió enlazarlo y relacionarlo con virtudes, belleza, respeto. Cracia desapareció un buen día dejando a los ciudadanos de esa aldea, que se hizo muy famosa, con el honor de haber sido la morada pasajera de esa inesperada y luminosa visitante. Como dice el vulgo "genio y figura hasta la sepultura".

La tropelía de nombres devenidos a lo largo de la historia para brindar homenaje a Cracia ha resultado todo un tormento, ha provocado guerra entre países hermanos, entre familias y ha dado lugar a toda una ciencia política que aún no termina dilucidando el nombre más apropiado para rendir homenaje a tan hermoso ser. Desde Solón, Clístenes, Aristóteles y toda una constelación de filósofos griegos, romanos, persas, chinos, indios, de épocas cristianas, medievales, oscurantistas, renacentistas, modernas, se ha intentado dar forma a una práctica de gobierno que permita a la civilización vivir en paz, progreso, bienestar y respeto. Lamentablemente, cada quien y cada cual hizo con Cracia lo que le vino en gana y hoy sufrimos las consecuencias de no haber entendido lo que esa dama quiso decirnos, dejando tras sí una estela de anhelos y frustraciones que no tienen fin. En el fondo, todos sienten que el término Democracia es el que más se parece a esa deidad, es el que todos desean pero no logran aplicarlo exitosamente a ninguna de sus sociedades, deformando un principio que todos suponen es el mejor aunque no bien fundamentado ya que pretender sembrar o imponer Democracia sin establecer condiciones transparentes, justas, respetables y perfectibles que permitan a todos disfrutar de semejante sistema. Quizá, ese día Cracia reaparezca en algún lugar del mundo, para fortuna de los bienaventurados ciudadanos que tengan la gloria de acertar en su propósito.

En ese largo periplo histórico, cuajado de confrontaciones, divisiones, persecusiones, aislamientos, hostigamientos, se ha logrado estructurar una variada y compleja teoría de qué sería lo mejor y cómo realizarlo. Ello dio pie al surgimiento de las primeras teorías y escuelas económicas, filosóficas, sociológicas, políticas, a la formación de países, a la identificación de sociedades particulares, tipos de gobiernos, de movimientos políticos que se han abrogado el liderazgo intelectual e ideológico de tal compromiso con las consecuencias de mantener legiones de ciudadanos subyugados a una esperanza que, en algunos casos, asoma y se disipa prontamente, como si fuese una burbuja inalcanzable, una utopía.

Para sorpresa de pocos, antes de Democracia, hubo Aristocracia, Timocracia y, obviamente, monarquías y tiranías como arroz. Todos querían ser electos pero no controlados por sus electores. De allí surgieron, además de las mencionadas, toda una variedad de cracias que hasta la misma deidad sentiría vergüenza por las denominaciones y el sentido de las mismas: Teocracia -Dios-, Oclocracia -Plebe-, Mesocracia-dizque clase media-, Tecnocracia-tecnócratas-, Falocracia -como debe ser-, Ginecocracia -como es-, Méritocracia -los más aptos-, Plutocracia -platudos-, Gerontocracia -ancianitos incansables-, Fisiocracia -lo que se creen los venezolanos con el petróleo y lo del arco minero-, Talasocracia -dominio de los mares, filibusteros-,  Hierocracia -los divinos-, Burocracia -zánganos y parásitos-, Socialdemocracia -la más puteada- y otras que ni siquiera vale la pena señalar sus significados: Milicracia, Petrocracia, Dedocracia, Chulocracia, Bancocracia, Narcocracia, Chorocracia.

Por ahora, nadie sabe nada de la vida de Cracia. Esperemos.


*Existen ancestros animaloides y mitológicos

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