miércoles, 8 de junio de 2016

Discurso a los graduandos IESA (03-06-16)



  Por: Jose Maria de Viana

Señores compañeros del presídium; Distinguidos invitados especiales; Señores profesores; Señores graduandos y sus familiares; Señoras y señores; Amigos todos

Tenía yo apenas 17 años, cuando recibí mi primera lección en el IESA. No piensen que era un niño prodigio. Mi profesor de Mecánica Racional -que así es como los ingenieros llamamos a la Física del Movimiento-, era también presidente del IESA.
Aquella clase de recuperación fue el mejor pretexto para preguntar a mi profesor acerca de la intriga que me había provocado saber que él era Presidente de una Escuela de Negocios.
Ese día me enseñó tres cosas que no entendí entonces, pero que el paso de los años me permitió comprender…

La primera, una sorpresa escandalosa: Venezuela es un país pobre porque la riqueza de los pueblos depende de lo que producen con sus ideas y sus manos y no de los recursos naturales que tienen bajo sus pies.

La segunda, la riqueza de un país se fabrica todos los días en sus empresas; y no de forma casual, sino como resultado de una actividad desarrollada de manera científica, para producir bienes y servicios. La riqueza no se hereda y si no se ha producido, no puede repartirse.

Y la tercera, para que Venezuela sea un país próspero, para que se acabe la pobreza, miles de empresas deben conducirse con excelencia; y la excelencia no se improvisa, sino que requiere muchos profesionales trabajando en equipo, con conocimiento y pasión para producir riqueza.
“Esa es la Misión del IESA y por eso yo estoy aquí”, me dijo el Presidente.
Era el Dr. Santiago Vera Izquierdo, venezolano de excepción. Sus palabras tenían enorme autoridad en labios del que había sido el primer Ministro del Petróleo de Venezuela en el año 1951, en una época cuando sólo los más competentes llegaban a ser ministros.
En los años 70, cuando recibí mi primera clase en el IESA, Venezuela estaba entre los 20 países más ricos del mundo; disfrutaba ya de 50 años de crecimiento continuo y su ingreso per cápita era mayor que el de España, Grecia o Israel para la misma época.

Para entender el alcance de las enseñanzas de mi profesor, fue menester vivir la experiencia singular de presidir dos empresas formidables de servicio público. Hidrocapital y Movilnet producían y distribuían calidad de vida y progreso económico a través de las tuberías de agua o de los servicios de telecomunicación a millones de venezolanos.

En esas empresas descubrí que la excelencia no es resultado del azar, sino la consecuencia de un acertado liderazgo. Más todavía, que la gerencia de empresas es una disciplina científica; y que el significado más profundo de la sinergia es el poder infinito de un equipo humano que, con pasión y talento, trasforma la realidad introduciendo competencia, tecnología e innovación de forma continua.

Pero no me extiendo hablándoles de aquella Venezuela; ésa ya no existe, fue destruida.
En cambio, sí quiero compartir con ustedes lo que aprendí en los últimos nueve años, desde que Movilnet pasó a ser administrada por el Gobierno Nacional y entró a formar parte de la miríada de empresas descapitalizadas económica y técnicamente.

Hoy ya sabemos –lo hemos aprendido todos y dolorosamente- que Venezuela es un país pobre, muy pobre. Aprendimos también que hasta las empresas excelentes pueden ser irremediablemente destruidas cuando están en manos de administradores incompetentes.

Hemos comprendido también que, después de una extraordinaria bonanza de ingresos petroleros, los recursos mal utilizados producen miseria, dolor y desesperanza.

La destrucción de nuestras capacidades productivas por el cierre de empresas, por la destrucción del tejido empresarial y por la pérdida de talentos y capitales es una herida que requerirá mucho tiempo y esfuerzo para cicatrizar.

Se acerca el tiempo de la refundación de la República Civil.

Estimados graduandos les toca a ustedes la formidable tarea de iniciar la construcción de un país próspero, justo, incluyente y moderno, una oportunidad maravillosa para ejercer su competencia y talento con pasión por esta nación y toda su gente.

Va a ser necesario haber entendido cómo se produjo la destrucción institucional de las empresas del país para no repetir los mismos errores. Por eso no quiero perder la ocasión y me gustaría cosechar con ustedes, algunas lecciones aprendidas:

1. La ideología puede destruir el tejido productivo de un país. Las mejores prácticas de gestión empresarial no tienen color ideológico. La Gerencia Moderna es profundamente pragmática, se mide con indicadores objetivos y no con buenas intenciones.
La mejores prácticas de las organizaciones exitosas de China, Vietnam, Singapur o Chile son similares.
Pero en Venezuela la ideología fue el pretexto para colonizar con fanatismo e incompetencia empresas de alta complejidad y tradición de excelencia.
Ustedes han sido formados en la pasión por el conocimiento y la investigación, por la búsqueda del logro de objetivos y su medición, ustedes harán posible que el país pase de las promesas insatisfechas a los resultados.

2. La colonización ideológica de las empresas de servicio tuvo como objetivo el control y la sumisión obediente de las mismas. En consecuencia, todos los órganos de gobierno corporativo, Junta Directiva, Contraloría Interna. Sistemas de Información Empresarial, fueron desmantelados.
El preciso entender que la corrupción no es, como se cree generalmente, consecuencia de la escasa virtud de algunos sino de la carencia de órganos de gobierno  corporativo en las empresas.
Desarrollen y fortalezcan estructuras de gobierno corporativo: que la trasparencia, la rendición de cuentas y los mecanismos de control y supervisión administrativos sean parte de nuestra cultura gerencial.

3. El país ha sufrido el aislamiento del resto del mundo. Mientras en Venezuela se desarrollaba el proceso de destrucción de su tejido productivo y de los servicios públicos, en el resto del mundo se ha implantado la cuarta revolución industrial, con saltos de productividad impulsados por la tecnología, el trabajo en redes y la incorporación de la informática, la microelectrónica y las tele comunicaciones en todas las áreas de la producción.

La Venezuela que habrá que construir en los próximos años será totalmente distinta a la que extraviamos en los años 90, porque la tecnología, la economía y la política de todas las naciones en el contexto global evolucionó mientras nosotros retrocedimos.

Una tarea para ustedes; construir puentes y ventanas con las empresas y países más exitosos del mundo, traducir las buenas prácticas en nuestro medio para competir en excelencia con los campeones del mundo.

Si estas lecciones no han caído en tierra estéril, hoy mejor que nunca, podremos comprender la urgencia del Dr. Vera Izquierdo cuando expresaba la necesidad de formar a miles de profesionales, en la ciencia y el arte de construir y dirigir empresas.
Felicitaciones a ustedes que son parte de esa generación que estamos seguros asumirá la dirección de miles de empresas creadoras de valor con pasión y excelencia.
Sólo así será posible que los venezolanos conozcan la riqueza de un país que se construyó con el ta-lento y el esfuerzo  de sus hijos y no con los recursos debajo de nuestro suelo.
Y esa es la Misión del IESA que tan claramente dibujó Santiago Vera Izquierdo hace cinco décadas.

Son ustedes hoy razón de esperanza, afortunados por el reto que les corresponde, tendrán el apoyo de todo el país: ustedes serán los constructores de una nueva y mejor Venezuela para todos.

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