sábado, 19 de enero de 2013

Carta a un ciudadano americano: el vigilante acobardado

El sistema interamericano ha demostrado, varias veces, su irrelevancia. Durante los años 90, bajo el liderazgo del expresidente colombiano César Gaviria, se le dio a la Organización de los Estados Americanos (OEA), nueva fuerza. Su participación en diferentes crisis fue relevante y, en la mayoría de los casos acertada y pertinente. La OEA representó a un sistema interamericano preocupado por proteger la democracia en la región y conservar la paz entre los países. El burlón apodo que le pusieron alguna vez los castristas a la OEA, no sin algo de razón -"el ministerio de colonias yanqui"- perdió fuerza por unos años.

La aparición de Hugo Chávez en el panorama latinoamericano y la compra (con dineros de PDVSA) de los apoyos de Argentina, Ecuador, Bolivia, Paraguay, y Nicaragua, para su proyecto expansionista, cambiaron la ecuación.

A la OEA llegó José Miguel Insulza, quien había ejercido con éxito varios ministerios en gobiernos de la Concertación en Chile. Su elección hizo pensar que la OEA seguiría un rumbo de fortalecimiento, que contribuiría a acabar con el embargo a Cuba -la verdadera fórmula para acabar con la dictadura castrista- y que sería acertada en sus intervenciones.

No fue así. Su gestión ha sido gris y la OEA ha regresado adonde estaba. No es el ministerio de colonias yanqui, pero tampoco es ministerio. No ladra ni muerde.

Uno de sus frentes de fracaso ha sido Venezuela, tema en el que ha demostrado la ambivalencia que le permitió llegar a la Secretaría General de la OEA sin el apoyo apasionado de ningún país pero sin resistencia importante de otro. Cuando debía atacar los desafueros del teniente Coronel Hugo Chávez, no lo hizo con fuerza suficiente. Y ahora que los chavistas han pasado a las acciones de facto, ha decidido respaldarlos.

Cuando decidió criticar las extralimitaciones chavistas, Insulza se encontró con Chávez, quien detuvo sus ataques a punta de insultos. Chávez lo atacó con una ofensiva en dos frentes. Por un lado con el apoyo de los países del Alba, Unsaur y el Caricom (los países del Caribe miembros de la OEA), donde también compró apoyos a diestra y siniestra, "apretó" a Insulza en el Consejo Permanente. Por otro, lo apabulló con una implacable ofensiva verbal: Insulza es insulso, dijo a cuatro vientos el teniente coronel venezolano. Se burló del chileno durante semanas. De ahí en adelante sucedió lo que ocurre con un apodo acertado: se quedó pegado.

Sus palabras fueron presagio de lo que vendría en los años siguientes. Insulza ha sido uno de los secretarios más insulsos que ha tenido la OEA. Y ojo que ha tenido muchos. Alguna vez le oí decir al antecesor de Gaviria, Joao Baena Soares, durante unos pocos meses en que ejercí la jefatura de gabinete de esa entidad, una de las más aburridas del mundo, que si él como Secretario General hubiese querido aparecer en la primera página del Washington Post, habría tenido que pararse al frente del edificio de la OEA, de cara a la Casa Blanca, rociarse gasolina y prenderse fuego. Habría salido, decía, un titular sin mención a la OEA (por irrelevante), diciendo "brasilero calvo y bajito se prende con gasolina frente a la Casa Blanca".

La última frase insulsa de Insulza tuvo que ver con el golpe de facto que se ha dado en Venezuela en las últimas horas, que erosiona algo más el chavismo, golpeado por la corrupción y el rápido enriquecimiento de la llamada "boliburguesía" o burguesía bolivariana.

Para cualquier conocedor de los principios del derecho constitucional es obvio que un presidente que es reelegido para un segundo periodo debe posesionarse legítimamente, que no basta con su primera posesión. Y que, de no hacerlo, por motivos médicos, deben entrar a operar los mecanismos constitucionales para reemplazarlo y para llamar nuevamente a elecciones.

Pero los instrumentos constitucionales habrían llevado a que Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional, y no Nicolás Maduro, el amigo de los Castro, asumiera la presidencia y liderara el proceso electoral. Ambas cosas inaceptables para Cuba. De manera que, con la complicidad del Tribunal Superior de Justicia y de la Asamblea, se inventaron una teoría para perpetuar la dictadura con visos de democracia que impera hoy en Venezuela. El TSJ dijo que Chávez no tenía que posesionarse, que él era y seguía siendo presidente y que mientras tanto, Nicolás Maduro, el Vicepresidente, gobernaría.

Insulza salió con una frase propia de Pilatos: "El tema ha sido ya resuelto por los 3 poderes del Estado de Venezuela: lo planteó el Ejecutivo, lo consideró el Legislativo, y lo resolvió el Judicial", dijo Insulza a los medios.

Era difícil superar su trayectoria de irrelevancia. Con esto ha cerrado con broche de oro.

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