lunes, 14 de junio de 2010

SR. PRESIDENTE

Alberto Quiros Corradi

Usted tiene fama de ser insomne y curioso. Voy a intentar estimularle esas tendencias. Para lo primero le describiré someramente lo que sucede en dos industrias básicas: petróleo y aluminio y para satisfacer la curiosidad que espero que tenga sobre lo sucedido con los contenedores de los alimentos podridos le daré una guía fácil que, de utilizarla, le proveerá las respuestas que hoy no tiene.

PETROLEO. Su percepción sobre la eficiencia de la nueva PDVSA es errónea. Los resultados financieros exhiben un incremento brutal de su deuda sin efectuar inversiones importantes y durante un periodo de altos precios. Los resultados operativos muestran una caída dramática en la producción. Además, vale la pena que usted sepa que durante el primer año después del despido de más de 20.000 trabajadores hubo 15 accidentes fatales, 58 trabajadores lesionados, 38 incendios en instalaciones, 12 fugas de gases tóxicos, 14 eventos marítimos, 125 derrames de crudo y productos, con unos 17.000 barriles derramados. Luego entre 2003 y 2008 se contabilizaron 152 accidentes graves, 38 trabajadores fallecidos y 126 heridos. Con esta información puede llenar su insomnio con una legítima preocupación.

ALUMINIO. De acuerdo con declaraciones del ex ministro Sanz y otras fuentes, la situación de la industria del aluminio es la siguiente: 1. Los costos de producción superan por mucho los precios de venta. 2. El costo de la mano de obra como porcentaje del costo total de producción es más del doble de la de países como Estados Unidos y Canadá. Como usted ha prometido que no habrá despidos, la inviable opción es desmejorar las condiciones laborales (sueldos, prestaciones sociales, bonos) 3. Se han vendido a futuro grandes cantidades de aluminio que ya se cobraron y que habrá que entregar eventualmente sin recibir nada a cambio, lo cual obliga a mantener operativas a las empresas con los subsidios necesarios. Más insomnio.

COMIDA PODRIDA. Seguramente usted se estará preguntando: ¿Cómo es posible que mientras usted le apunta sus cañones a supuestos acaparadores del sector privado en su propio patio se pudran millones de kilos de bienes comestibles de propiedad estatal? Para averiguar qué pasó le sugiero hacer las preguntas siguientes: ¿Cómo se compró? ¿Se pidió cotización a varios suplidores? ¿Se cotejaron los precios pagados con los del mercado? ¿Se consultó los indicadores para ciertos rubros como la leche en el mercado de Nueva Zelanda y los cereales en la bolsa de Chicago? ¿Quién recibió la mercancía en puertos venezolanos? ¿Se revisaron los permisos fito y zoo sanitarios? ¿Se inspeccionó la mercancía para verificar fecha de vencimiento y calidad recibida versus calidad comprada? ¿Cómo no saber que los contenedores estaban allí, si se pagaba almacenamiento por ellos? ¿Las autoridades del puerto no sabían lo que allí se almacenaba? Si PDVAL compra, almacena, distribuye y vende, ¿porqué no sabe cuánto entra y cuánto sale? La única repuesta es que sí sabe. Sobrecompró sin necesidad. Almacenó para el olvido y vendió sin cotejar los ingresos con los costos de adquisición. Todo lo cual sugiere corrupción. Sugiere además que usted piensa que mientras PDVSA financie sus caprichos y PDVAL tenga víveres en los anaqueles las cosas marchan bien. Sin embargo, todo en la vida tiene una relación costo-beneficio y su revolución hace rato rompió ese equilibrio. Lo trágico es que somos nosotros los que pagamos los costos sin recibir el beneficio.

PD:¿De verdad, ignora usted la corrupción revolucionaria?

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