viernes, 18 de diciembre de 2009

YO Y MI YONSTITUCIÓN

Rafael Gallegos

Ni Juan Vicente Gómez se atrevió a eliminar de la Constitución la autonomía de poderes. Su zamarro instinto político le sugería que no era conveniente llegar a tanto. Prefirió humillar a sus arrodillados parlamentarios electos a dedo. Al igual que hoy, los dedos autócratas suplían la voluntad popular. Para la historia quedó aquel vergonzoso discurso donde Gómez les decía a sus diputados, trasladados en pleno a Maracay en 1929, para rogarle que aceptara la presidencia de la república por otro período: “Yo no acepto la presidencia; pero quiero que me nombren General en Jefe del Ejército… Así es que ustedes tienen que escoger un hombre que de acuerdo conmigo en todo y para todo, ejerza las funciones de presidente… si a ustedes les parece yo les doy un candidato, que tendría yo que escogerlo, buscarlo, para que ese candidato tenga que marchar de acuerdo conmigo”. Y los representantes del dedo, perdón del pueblo, aplaudían llorosos y hasta agradecidos. Así, así, así es que se gobierna – dicen los deslenguados que coreaban al unísono. No darles pena. De inmediato reformaron la constitución y su artículo 128 ordenaba al Presidente de la República consultar al Comandante en Jefe del Ejercito Nacional (o sea, Gómez), hasta para nombrar ministros. Puro servilismo. Escogieron como Presidente a Juan Bautista Pérez. El presidente vive en Caracas; pero el que manda está en Maracay – decía el pueblo. En la Venezuela de hoy, la “revolución” quiere superar a Gómez y va contra la autonomía de poderes, para cumplir con el desideratum del gobierno: todo el poder para yo… y para siempre. Como en Cuba. ¿Eso es lo que usted quiere para Venezuela?

MONTESQUIEU, ¿ESPÍA DEL IMPERIO?

Pobre Montesquieu, ahora resulta que la división de poderes planteada en “El espíritu de las leyes” es neoliberal y se adapta sólo a los anticuados preceptos de la democracia representativa. Los filósofos de la “revolución” dicen que ese espíritu no es de las leyes, sino del demonio capitalista. En cualquier momento acusarán a Montesquieu de agente del imperio norteamericano por proponer esa oprobiosa división de Ejecutivo, Legislativo y Judicial, que lo único que logra según ellos, es promover la ineficiencia. Pura desfachatez, tratándose del gobierno más ineficiente de la historia venezolana. Tanto, que parecemos una economía de guerra: decenas de muertos semanales, velas por luz, totumas por regaderas, drástica disminución del consumo y del PIB, desabastecimiento, inflación. La “revolución” desbaratadora, Aristóbulo dixit, requiere de constituciones más autoritarias que las de Gómez, que recen que el comandante, es el jefe absoluto del país y que los Poderes Públicos tendrán plena autonomía… mientras no se nieguen a ser “colaboracionistas” con el jefe absoluto.

Se trata de legalizar la progresiva licuefacción de poderes: jugo, zumo, hugo. Una realidad que palpamos en los regaños del presidente a los titulares de los poderes públicos; en las aprobaciones sin discusión de la asamblea; en las argumentaciones gobierneras de la defensora del pueblo ante tanto abuso a los derechos humanos; en las resecas recepciones a la oposición en las sedes de esos poderes; en las cárceles y persecución a los opositores, por razones injustificadas; en las inhabilitaciones electoreras; en el silencio del CNE ante los abusos electorales; en la petición de pena máxima a una juez, como si no hubiera leyes; en expropiaciones porque sí y porque el que manda soy yo. ¿Todo el país para yo?

Las yonstituciones, yo, yo y yo, son una ruta segura al fracaso de los pueblos. Está más que comprobado. ¿Qué producen Cuba, Corea del Norte o Camboya? Represión, espías y padrecitos. ¿Qué quedó de Somoza, Chapita o Gómez? Analfabetismo, torturas y humillaciones. Las democracias, con constituciones que respetan la autonomía de poderes y hacen elecciones limpias, son los gobiernos más exitosos de la historia. Vean el mapa. Europa, Chile, Costa Rica, Japón, Estados Unidos y paremos de contar.

La Constitución tiene que contener la división de poderes, la descentralización, la transparencia electoral. ¿Quién le dijo a los gobernantes actuales que nosotros, la mayoría de los venezolanos, queremos que nuestro país sea comunista? La Yonstitución… todo el poder para yo y para siempre, busca una dictadura legal - legalita y rojita. Ni que fuéramos gafos para dejar que se nos violen derechos elementales en nuestras narices. ¿O lo seremos? De usted depende. Por lo pronto, feliz Navidad y hasta el 8 de enero de 2010, año Bicentenario del 19 de abril y del rescate de la Asamblea Nacional, o sea… de la democracia.

PD: Por una Navidad sin presos políticos… ni políticos presos.

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