viernes, 27 de noviembre de 2009

SIETE AÑOS DEL REVENTON 2D

Rafael Gallegos


El dos de diciembre se cumplen siete años de la huelga general, a la cual nos unimos los trabajadores petroleros. ¿Por qué lo hicimos? Hay muchas razones, podría alegarse la presión de la gente, que la hubo; pero sería una irresponsabilidad decir que ese fue el motivo. Nos unimos voluntariamente y por convicción. Y la convicción fue producto del creciente deterioro de la industria petrolera. Nos vimos precisados a decidir entre ser celestinos de la destrucción o erigir como estandarte los valores democráticos; entre la seguridad de un buen ingreso para toda la vida o el deber de mantener una empresa petrolera, por lo menos como la que habíamos encontrado. La politización de las actividades rutinarias, los nombramientos basados en la fidelidad política y la creciente verdulización de la empresa, conformaban un marco que no dejaba lugar a dudas: la “revolución” provocaba un terremoto que volvía escombros a la productividad petrolera. La guinda de la torta fue el nombramiento de una Junta Directiva muy por debajo de lo que se requería para mantener siquiera los decadentes niveles. Tanto desaguisado junto parecía a propósito, como después confirmó el máximo líder de la “revolución” con su famosa confesión: “yoprovoquéelparo”.


Así comenzó la gesta de los petroleros democráticos. Han sido siete años de una larga marcha. Nos ha tocado hacer el rol de Casandra, aquella profetiza de la mitología cuyo don estaba condicionado por los dioses a que nadie le creería hasta que las profecías no se cumplieran. Hoy el país se da cuenta que teníamos razón y recuerda con nostalgia la Venezuela con una empresa petrolera modelo para el mundo. Surgen las preguntas: ¿perdimos?, por ahora… ¿ganamos?, habrá que recordar a Buck Canel: el juego se acaba cuando se acaba… ¿nos abandonaron los políticos?, definitivamente; pero no todos y el respaldo de mucha gente es incondicional… ¿hemos debido tener una estrategia diferente?, es posible. Medias respuestas para medias preguntas. Lo único cierto es que teníamos que hacerlo. La patria no nos hubiera perdonado haber sido espectadores eunucos de la destrucción. Los resultados de PDVSA nos dan la razón. Desnudamos el reventón – como el documental en boga- de una empresa que pierde el control de sus presiones y de sus lodos. Ni los “rojos” han podido controlarla. La crisis se agiganta “como crece la sombra cuando el sol declina”. Los petroleros hemos recibido golpes – y cómo- pero con los valores intactos, listos para ser el soporte del rescate de la industria petrolera venezolana.


LA HORA DE CASANDRA

Como la falsa madre de la anécdota de Salomón, prefirieron matar al hijo. “Yoproquélelparo”. Tal vez sobraba mucha inteligencia y moral para lo que querían hacer y realizaron la mayor lobotomía empresarial que se recuerde en tiempos de paz. Botaron a 23.000 de sus mejores técnicos. Descerebraron la empresa. Por ello a duras penas producen algo más de dos millones de barriles cuando deberían producir seis de acuerdo a los planes pre - lobotomía, además importan gasolina. Han triplicado el personal y minimizado la producción. ¿Qué diría Pérez Alfonzo? Y humillan a sus trabajadores al obligarlos a ser rojitos y decirles que sus puestos se los deben al jefe grande. Y ahora habrá que agregar el acabose de un contrato colectivo decente. Del endeudamiento, ni hablar. Por haber botado a los petroleros, el país deja de ganar alrededor de DOSCIENTOS MILLONES DE DÒLARES DIARIOS. Y ese dinero... lo gana la competencia. ¿Quién dará la cara en el futuro por tamaña destrucción?


PETROLEROS Y BOLIVARIANOS… DE VERDAD

Pura valentía. Los perdigones, la prisión, Los Semerucos, el exilio, el incilio. El mártir José Manuel Vilas. Sin cobrar ni la caja de ahorros, ni ningún emolumento legal, en otro abusivo acto de la “revolución”. Vaciando la nevera de nuestros hijos por la patria. Esos hijos, que paradójicamente se han hecho más valientes. Execrados de los empleos del estado y del petróleo. Incertidumbre, económica para los que estamos en Venezuela y laboral para muchos de los que están en el extranjero. Perseguidos. Pero eso sí, con la frente muy en alto. Dispuestos a dar lo que haya que dar, por la democracia. Conscientes de que fuimos los precursores de los valientes estudiantes y del país que reclama sus derechos y va forjando un nuevo amanecer.


Y bolivarianos hasta más no poder, luchamos por la libertad y la prosperidad, por una industria petrolera eficiente y capaz de transformar el petróleo en comida, empleo, salud y educación. El futuro es nuestro, así como el orgullo, que no nos cabe en el alma, de ser petroleros de esta gesta y la seguridad que más temprano que tarde, materializaremos el país por el cual luchamos. Gente del petróleo… gente de Venezuela. A mucha honra y siempre listos para asfaltar la ruta de Venezuela hacia el primer mundo.


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