viernes, 13 de noviembre de 2009

MUROS SIN PIEDRAS

Rafael Gallegos


La increíble caída del muro de Berlín desnudó la farsa del totalitarismo. A partir de este evento el comunismo dejó de ser una utopía. Y sus partidarios fueron vistos como fanáticos vendedores de mesías como Stalin o Fidel, matanzas tipo Tianamen, hambrunas como la de Korea del Norte y purgas tipo Siberia. Por sus resultados los conoceréis. Versiones agazapadas como las del socialismo del siglo XXI, “por ahora” caracterizado por agua en totuma, electricidad en luciérnagas, peligrosos llamados a la guerra para ocultar tanto fracaso y abusivas cadenas para hablar del sexo de los ángeles, mientras matan todas las semanas por lo menos decenas de jóvenes proletarios en las barriadas populares. El derrumbe del muro devino en un acto de erotismo político. Cual streap tease cada piedra que caía desnudaba el fracaso comunista: represión, falta de libertades, mesianismo, hambre, persecución, torturas. Es inevitable recordar la aguerrida frase “Yo también soy berlinés”, de John Kennedy en 1963, ante el naciente muro, que se convirtió en un gesto de solidaridad con la libertad; o el dramático llamado de Ronald Reagan en 1987, cuando instó al Primer Ministro de la URSS: “Mijail, tumbe este muro”.


Pero no todos los muros tienen piedras. Los hay de agua como el de la isla de Cuba. Los deslenguados dicen que Modelo Alcatraz. Muro de agua del bravío Mar Caribe, plagado de fieros tiburones come balseros, miembros del anillo de seguridad del régimen. ¿Que pasaría si el glorioso socialismo cubano decretara la libertad de salida de la isla? Créanlo, en ese “Paraíso Socialista” no quedarían ni Adán, ni Eva y ni siquiera Caín, quien aunque usted no lo crea, correría parejo buscando la puerta de salida junto… a la malévola culebra. La isla se convertiría en Cayo Pelón y el Mar solo sería de la Felicidad para los que lograran atravesarlo. Tal es el éxito del socialismo cubano, tan parecido al que quieren imponer en Venezuela. Si esto fuera falso, sería muy fácil desmentirlo, que llamen a periodistas para que le muestren al mundo los éxitos de esa revolución. Pero la realidad es que ni siquiera dejan manifestarse a la heroica bloguera Yoani Sánchez.


Por su parte, la “revolución” venezolana también tiene su muro sin piedras. El Muro Bolivariano, por supuesto, nada que ver con el genuino Libertador, liberal (o sea capitalista) del siglo XIX y padre de la democracia latinoamericana. Todo un muro de contención para permanecer en el poder para toda la vida. Los ladrillos no se ven; pero como se sienten y arden: licuefacción de poderes, árbitro rojito y leyes electorales que anulan la representación proporcional y permiten jugar lego con las circunscripciones, expropiaciones express, presos por manifestar, presos políticos, exiliados, inciliados, abusivas cadenas, emisoras del estado trabajando como si fueran del PSUV, obstrucción a gobiernos regionales y locales opositores, cortes de luz, de agua, inexistentes cifras de petróleo, vergonzosa importación de gasolina, inflación, ranchos. Un manual del fracaso. ¿Y la pega?: la división del alma nacional, familiares que no se hablan, ex amigos. Pura incitación al odio.


Que barbaridad, a los “revolucionarios” venezolanos les cabe el dudoso honor de ser el último socialista. Tal como los japoneses que encontraban en las selvas asiáticas, décadas luego de la Segunda Guerra Mundial y solo querían matar americanos, hasta que les explicaban las nuevas realidades. ¿En que selva habrán encontrado a nuestros “revolucionarios”? ¿Quién les explicará que el muro de Berlín cayó hace veinte años? O peor, que esos muros a la larga son un boomerang para las dictaduras?


SORPRESAS TE DA LA VIDA

El muro de Berlín comenzó su desplome cuando nadie lo esperaba. Los opositores creían en su caída; pero en el largo plazo. Y el gobierno comunista, como todos los totalitarismos, apostaba a un muro eterno. Cuando oyeron el estruendoso ruido de las piedras desmoronándose, los valientes “revolucionarios”, al decir de los deslenguados activaron la Misión Albañal y aterrados, empezaron a correr por las cañerías al son de Yo no sabía, Yo no sabía. El muro cayó sin que se disparara un tiro. Los cacareados millones de inscritos en el Partido Socialista Unido de Alemania (PSUA, o sea con la V volteada)… no aparecieron. En un día cambió todo. La política es así. Pinochet juraba que ganaba el referendo. Pérez Jiménez celebraba el plebiscito, y apurado, tuvo que abordar la Vaca Sagrada. Cuando Chapita le dijo a sus adlátares en el discurso de año nuevo de 1959 que esto se acababa, creían que se trataba de la fiesta y no del régimen. Hasta el ratón les pasó en un segundo. Y Hitler, creyó que su régimen duraría mil años. Como diría Rubén Blades, sorpresas les dio la vida. Tarde se enteraron que esos muros… no tienen reloj.


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