domingo, 20 de septiembre de 2009

El mierdero

Gustavo Coronel

Aquí se produce.....


Mierda. Excrementos, porquería humana; cosa sin valor o mál hecha.
Diccionario de la Real Academia Española.

He llegado a la conclusión que la revolución bautizada por Hugo Chávez como “bolivariana”, lo cuál es un grave insulto al padre de la patria, debe ser bautizada con más propiedad como el mierdero. No es un término agradable. En honor a las formas hubiera podido hablar de una revolución escatológica, lo que suena más elegante. Pero no, hay que llamar las cosas por su verdadero nombre, sin concesiones a la elegancia, sobretodo porque el término base figura en el diccionario de la Real Academia Española.

Lo que Hugo Chávez ha implantado en Venezuela es un mierdero.Este término se justifica por los desastres grandes y pequeños que ha hecho y continúa haciendo. Por ejemplo:
(1), la película sobre Ezequiél Zamora, la cuál será seguida por otra ya anunciada sobre Cipriano Castro, dos de los personajes más tenebrosos de nuestra historia;
(2), la compra de más de seis mil millones de dólares en armas a Rusia;
(3) el ataque bestial contra la libertad de expresión, cerrando estaciones de TV y de radio a diestra y siniestra;
(4), la entrega de la faja del Orinoco a los chinos, rusos, iraníes y vietnamitas, quienes no tienen la más p… idea de como desarrollarla eficientemente;
(5), su alineamiento declarado con los regímenes de Zimbabue, Irán, Bielorrusia, Siria, Libia, las FARC, Hamas y Hizballah, en una gran conspiración terrorista de corte mundial, diseñada para terminar con las civilización occidental;
(6), su entrega a Cuba de buena parte del control de las actividades venezolanas de inteligencia, espionaje, identificación ciudadana y planificación política estratégica;
(7), su uso anti-nacional de los recursos petroleros venezolanos para el disfrute de sus compinches ideológicos en América Latina, al tenor de unos treinta mil millones de dólares;
(8), su manía grotesca de prometer refinerías por donde pasa, así estas promesas no tengan relación alguna con la realidad petrolera de esos países (Islas Fiji, Mauritania, entre otros);
(9), el rápido endeudamiento nacional, el cuál es ya más del triple del que encontró hace diez años;
(10) la corrupción galopante y bien documentada de su equipo administrativo y sus cómplices del sector privado;
(11), la prostitución del liderazgo en el ejército y en instituciones básicas como la fiscalía general, la contraloría general, la defensoría del pueblo y el tribunal supremo de justicia;
(12), el nombramiento de seis “vicepresidentes” por encima de los ministros, una figura que no aparece en la constitución ( o, a lo mejor si, porque la cambian a cada rato) y que representa un nuevo exhabrupto organizativo;
(13), la agresividad contra el movimiento sindical;
(14), una estatificación perversa que ya abarca el 50 por ciento del PIB;
(15), un desempleo y sub-empleo muy alto, disfrazado por las limosnas y “becas” del régimen a quienes le venden sus conciencias y
(16), una PDVSA mediocrizada y atareada en importar y vender pollos y distribuir alimentos a través de empresas del estado, MERCAL, en complicidad con los amigos y cómplices del déspota.

Estos ejemplos son suficientes para ilustrar el mierdero. Lo que asombra es la indiferencia con la cuál el hemisferio y algunos países europeos ven el crecimiento metastásico de este mierdero en un país miembro de organizaciones internacionales, posiblemente porque le están sacando provecho. Tal es el caso de la OEA y su infeliz secretario general, José Miguél Insulza, de los jefes de gobierno de Argentina, Nicaragua, Ecuador y Bolivia que se han convertido en parásitos chupadores del erario público venezolano, del gobierno español de Zapatero, el cuál definió la libertad de expresión en Venezuela como “satisfactoria” y hasta del gobierno de los Estados Unidos, uno de cuyos representantes, Mark Lloyd, el Zar de la Diversidad, llamó al gobierno de Chávez “una vigorosa democracia”.

Como lo presentó Marcel Granier clara y valientemente ante la Asamblea de la SIP, en Caracas, ya nadie puede llamarse a engaño sobre el mierdero de Chávez. “Que no venga Zapatero a decir después que no lo sabía, que sospechaba, que no tenía información”, dijo Granier. Yo agrego: quienes no se den por enterados de lo que pasa en Venezuela es porque cierran los ojos ante la realidad, porque les interesa que ello siga así. La cobarde indiferencia del liderazgo hemisférico y mundial sobre el mierdero de Chávez es reminiscente del silencio del mundo frente a la persecución judía por Hitler o frente al desmadre de Stalin, autor político de 50 millones de muertes en la Unión Soviética.

El eje Irán-Venezuela terminará por echarle una gran vaina al mundo civilizado, debido a la apatía y complacencia de la naciones democráticas. Este eje podría crear una crisis militar de grandes proporciones en América Latina. La razón es sencilla: los déspotas tienen la obsesión de pasar a la historia y ello solo se puede hacer de dos formas: como victorioso, ya sea bueno (como Pasteur o Fleming) o malo (como Hitler o Stalin), o como “víctimas” derrotadas. Chávez es más que capaz, en su mente acomplejada, de echar una vaina para pasar a la historia de esta manera, así termine como Sadam Hussein o Manuél Noriega.

Por lo pronto, ya ha comenzado a hablar de crear una villa nuclear y ya sabemos que una de las características del loco es que nunca se sabe cuando habla en serio.

Hay que limpiar este mierdero cuanto antes, o el mundo civilizado tendrá ocasión de arrepentirse amargamente.

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