jueves, 23 de julio de 2009

Venezuela: Una decada en guerra civil asimetrica

Horacio Medina

De acuerdo con el diccionario de la Real Academia de la Lengua, se define guerra como “Lucha o combate, aunque sea en sentido moral. Oposición de una cosa con otra”. También, más adelante, la misma fuente define guerra civil como “La que tienen entre si los habitantes de un mismo pueblo o nación”.

Estamos persuadidos que nuestro país ha sobrevivido a una década de intensas perturbaciones borrascosas de muy variado carácter. Las hemos tenido políticas, sociales, económicas y morales, de manera persistente, sistemática y de gran intensidad cuyo desgaste bien podría homologarse a un período de enfrentamiento armado, válido para cualquier país del planeta Tierra.

Por otro lado, también hemos visto nacer, crecer y desarrollarse un proceso de militarización y armamentismo con su agravada perspectiva basada en la destrucción de la institucionalidad militar para impulsar, de manera decidida y formal, la creación de la Reserva Nacional, Milicias Populares o como se denominen de acuerdo a la conveniencia del momento, haciéndola formar parte integral de la Fuerza Armada Nacional. Todo un proceso cuyo propósito final es el de prepararse para el enfrentamiento de masas populares en la calle, provocando la rebelión de algunas unidades institucionales de la Fuerza Armada Nacional que encontrarán respuesta en el componente paramilitar, para llegar, finalmente, a una confrontación armada interna, etapa superior y final de la guerra civil no decretada que hemos estado padeciendo en Venezuela.

La escalada de violencia oficial es clara y evidente, la imperiosa necesidad de acallar las protestas, de silenciar los medios y ocultar el fracaso de un modelo de gobierno plagado de ineficiencia, corrupción, abusos de poder, violaciones de los derechos fundamentales, asesinatos y persecuciones políticas, obligan a Hugo Chávez a radicalizar el proceso. Ahora o nunca.

Hugo Chávez tratará de imponer el modelo totalitario, llevando esta guerra civil asimétrica al máximo nivel de tolerancia pacífica, aumentando el desgaste y la destrucción moral de la población que se opone.

Muchos opositores han quedado hoy en el camino, como compensación positiva, el movimiento alternativo democrático, ha recibido la inyección cualitativa y cuantitativa de masas, originalmente ilusionadas con el chavismo, que vienen de regreso, de estudiantes incorporados a la lucha democrática y de trabajadores que pelean por sus reivindicaciones y derechos laborales.

Nada fácil ha resultado pelear esta guerra civil asimétrica, contra un gobierno que concentra el poder omnímodo y lo ejerce de manera brutal y desproporcionada en contra de la disidencia, usando, cuando es necesario, la violencia física y blandiendo, a su requerimiento, la bandera de la fuerza militar controlada.

Pero, tampoco esta guerra civil ha resultado fácil para el teniente coronel golpista. Las refriegas y las escaramuzas planeadas como tácticas militares y de combate en muchas oportunidades se han estrellado contra el muro, hasta ahora infranqueable, de la convicción democrática del pueblo venezolano que se niega a sucumbir ante la bota militar. Esto lo ha obligado a quitarse la máscara, en más de una oportunidad. Lo ha obligado a radicalizar sus posiciones, a veces antes de tiempo.

Como contraofensiva, se burla de los resultados electorales buscando desmoralizar y desmotivar, alardea del control internacional ejercido por el ALBA en la OEA, para desprestigiar a la Organización.

Ante este escenario, en nuestra modesta opinión sólo queda como alternativa exponenciar nuestros preceptos democráticos y constitucionales. No existe, en nuestra opinión, una opción de violencia capaz de derrotar el poder de fuego monopolizado por Chávez, pero si es posible doblegarlo con firmeza democrática, con acciones de coraje y contenido ético indoblegable. Las posiciones del Alcalde Metropolitano y los Gobernadores democráticos, deben ser nuestro mejor ejemplo, apoyarlos y apoyarse en ellos.

Las denuncias en los organismos internacionales duelen y tienen efecto, retardado quizás, pero lo tienen, como en el boxeo los golpes al hígado se reflejan unos “rounds” más adelante.

El movimiento pendular del poder tiende a cambiar en América Latina y, en ese momento, la correlación de fuerzas permitirá que la OEA recupere su institucionalidad. Las denuncias pesan hoy políticamente sobre Insulza y él también lo sabe.

Requerimos de parte de los partidos políticos y organizaciones de la sociedad civil, coherencia de acción, convergencia de visiones y claridad de objetivos. Todo basado en ganar esta guerra civil asimétrica y restaurar el sistema democrático en Venezuela. Lo demás son objetivos subalternos, pensamientos baladíes.

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