miércoles, 24 de junio de 2009

Lula y el Teniente Coronel

Eddie Ramirez

Le dice “hermano” Lula, pero son más diferentes que los Escarrá o que los Toro Hardy. El brasileño fue obrero y ascendió por méritos. El de la casa es militar y ascendió por circunstancias externas a sus cualidades. El primero valora el costo de las cosas y tiene claro de que es necesario producir para poder repartir. El segundo nunca realizó mayores esfuerzos para ganarse el pan y piensa que las desigualdades se corrigen con dádivas. El obrero respeta a los empresarios que generan riqueza.

El militar confisca la propiedad privada. Lula es un estadista con una visión que se extiende en el “cerrado”, como denominan los brasileños a la sabana. El teniente coronel tiene una visión “cerrada” que no traspasa Sabaneta. El presidente Lula consideró que no es conveniente perpetuarse en el poder y rechazó la reelección para un tercer período. El bolivariano se considera imprescindible y aspira perpetuarse en la presidencia.
 
Por si fuesen pocas las diferencias entre los “hermanos”, cabe  destacar que el
obrero que llegó a la presidencia es un gran nacionalista, respeta a las
instituciones y tiene claro que una cosa son las afinidades políticas y otra
los negocios. Así, mientras Lula vela por los interese de su país, el local
regala a otros lo que no le pertenece. Esto puede ilustrarse con los ejemplos
del gasoducto del sur, la refinería de Pernambuco, la actividad en la Faja del
Orinoco, el proyecto de gas Mariscal Sucre y el préstamo con garantías de
nuestras reservas.
 
El de visión sabanetera insistió en su ocurrencia de un gasoducto que
atravesaría la selva amazónica para llegar hasta la Argentina. El estadista
le echó la partida para atrás argumentando que no estaba comprobado que
Venezuela tuviese las reservas de gas que predicaba el lenguatón. Y, más
importante aún, que el costo por el daño ambiental sería muy elevado. En su
afán de sembrar refinerías por doquier, como si fuese plantar árboles,
el teniente coronel se empeñó en participar en una refinería en Pernambuco.
 
Petrobrás, empresa petrolera que se maneja como negocio, decidió que no le
convenía la participación de PDVSA. Quizá los argumentos que convencieron a
Lula de respetar la decisión de la estatal brasileña es que un socio potencial
debe aportar tecnología, gerencia y recursos financieros, de todo lo cual
carece la PDVSA roja. Tampoco quiso Petrobrás participar en el desarrollo de
la Faja Petrolífera del Orinoco por considerar que podía acometer otros
negocios más rentables. Igualmente se retiró del proyecto de gas Mariscal
Sucre por la limitación de que ese producto era para el mercado venezolano
y a precios que no permiten recuperar la inversión. El de Sabaneta solicitó
un préstamo al Banco de Desarrollo del Brasil y ofreció como garantía nuestros
yacimientos en la Faja, lo cual viola nuestra Constitución y compromete las
posibilidades de desarrollo de las futuras generaciones. Al parecer Brasil
rechazó esta garantía. Los lectores podrán apreciar la diferencia entre
los “hermanos”, esto sin ahondar en el tema de los derechos humanos y
el respeto a la disidencia.

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