lunes, 8 de diciembre de 2008

Hay que avanzar

Juan L. Martinez

Recuerdo un día a finales de noviembre de 1998, en cierre de campaña electoral; enciendo el televisor y aparece un individuo enardecido, sudoroso y amenazante hablando a una multitud en la Av. Bolívar de Caracas. Insultando gente, a supuestos adversarios políticos, decía que iba a freirlos, que todos eran una gran bola de...excremento, y así seguía hablando por varios minutos.
Nunca lo había visto en tal estado de posesión (si estaba actuando lo hacía bastante bien); cual Adolf Hitler, sobre el que con frecuencia aparecen imágenes, cuando hace casi 70 años, igual de sudoroso y poseído se dirigía a una masa de gente hipnotizada.

En ese instante me concienticé de lo que se le venía encima a Venezuela. Ya era tarde; el tipo ganó las elecciones a los pocos días.

Han pasado 10 años de eso, escuchando lo mismo, el mismo libreto pero ejerciendo acciones sin límites, los medios transmitiéndolo en todo momento; es la gran atracción.
Verdaderamente no hay excusa, para nadie, en mantenerse al margen de la situación e irresponsablemente permisivos.

Han sido 10 años de corrupción, desde el famoso plan Bolívar 2000, hasta el caso de la maleta, pasando por la narcoguerrilla, entrega de la soberanía a Cuba y a las FARC, entrega del país a intereses políticos y económicos ajenos a nuestra sociedad y cultura, destrucción de instituciones y de buena parte del sector productivo privado.

Pero no podemos seguir actuando baje este libreto. El discurso político debe cambiar; hay que poner sobre la mesa que se agotó el tema "qué maluco es"; eso ya lo sabe todo el mundo. Han pasado 10 años, simplemente hay que borrarlo de la mente, sin olvidar sus delitos.

El mensaje debe derivar hacia qué vamos a hacer a partir de 2009, cuando el mundo globalizado sigue avanzando con todas sus crisis y coyunturas. Cuando el sedante precio de 120 dólares por barril ya es solamente historia y la crisis se nos hace presente.

¿Acaso vamos a seguir esperando que el caudillo siga haciéndonos sentir que tiene todo bajo control?, ¿que va a terminar de quitarle a otros para dármelo a mi?, ¿que el culpable de todo esto es el imperio?

Ese cuento ya no lo cree nadie, ni siquiera los que viven en las peores condiciones económicas.
Pués resulta que la gran mayoría de esa gente está bien clara y el mensaje para ellos debe ser que la única forma de salir de esa situación es trabajando, con sacrificio, con perseverancia y sin esperar que las cosas van a llegar por los atajos del cambur, las becas, las limosnas del supremo.
El famoso caudillo no los va a sacar de allí porque lo que le interesa es que sigan precisamente allí y sigan creyendo que van a vivir mejor, algún día, sin esfuerzo alguno. Esa es la base de su estrategia. Por eso 14 años de gobierno no son suficientes.

Mensaje a los políticos: no sigan haciendo el papel de ser los héroes de la partida, los "Super Amigos", diciendo que sólo buscan el bienestar de la gente y les ofrecen más seguridad, mejores servicios públicos, que van a colaborar más con barrio adentro, que van a colocar otro dispensario. Esa es la obligación de los que llegaron a los cargos por elección popular.

Lo que tienen que hacer es ser sinceros con la gente; decirles que no hay forma de salir de la pobreza sin trabajar y aunque les ofrezcan más misiones y becas van a seguir atrapados en ella. El mensaje es que la gran mayoría, jóvenes y sin limitaciones físicas, tienen que esforzarse más y dejar la sinvergüenzura de estar esperando el regalo de alguien para seguir viviendo (o sobreviviendo).

Los programas sociales deben ser para los impedidos, niños y ancianos, madres solteras y desempleadas, las becas para los estudiantes brillantes de menos recursos, y no para que vivan sin trabajar, sino para que estudien de verdad.

Los demás, a echarle bolas y olvidarse de los cuentos del ilusionista de Sabaneta.

Por supuesto, ese mensaje debe ir acompañado de un compromiso firme para llevar a cabo programas y planes viables, creibles de generación de empleos, de crecimiento del sector privado y de erradicación de la inseguridad y de la corrupción. Todo va de la mano.

En la medida que ese mensaje se haga claro, se irá apagando el mensaje demagógico y trasnochado del caudillo. Nadie lo escuchará; y cuando se plantee, bajo esa visión de futuro, temas como la reelección vitalicia o el magnicidio, simplemente se verán tan ridículos y atrasados que ellos mismos los sacarán de la agenda.

El pensamiento y el trabajo progresista borran todos los fantasmas.


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