sábado, 22 de noviembre de 2008

EL PUEBLO ARMADO

Rafael Gallegos

En todas las revoluciones socialistas los intereses del líder y de la burocracia civil y militar, han estado por encima del bienestar de sus pueblos. Los líderes piensan: primero yo, segundo yo, tercero yo. Creen que la primera necesidad de sus revoluciones es mantenerlos en el poder. Todos se creen providenciales. Stalin, Mao, Fidel, Ceusescu, el Khmer Rojo, se casaron con el poder… hasta que la muerte los separe. En todos los comunismos o en los socialismos admiradores de la Unión Soviética, de China o de Camboya, el pueblo termina siendo un ahuecado colchón de resortes salidos que sostiene a los líderes en el poder. Y queda para sombra de tamaños egos. Las purgas de Siberia, los asesinatos de Tianamen, los fusilamientos en la naciente revolución cubana, la sangrientas invasiones a Hungría y Checoslovaquia, los incontables presos y torturados y paremos de contar, así lo demuestran. Como al Cristo de Dostoievski, las revoluciones socialistas les dicen a su pueblo: mire Jesús, es mejor que se calle porque de lo contrario tendré que matar a Cristo en el nombre de Cristo. Todas las revoluciones son en el nombre del pueblo. De ese conglomerado de personas reprimidas y pobres que de paso, no soportan a sus líderes.

Ahora resulta que esta “revolución”, además de trasnochada, está armada. Presta a reprimir al pueblo en el nombre del pueblo. ¿O es que los opositores no somos pueblo? Hablemos claro, el presidente amenaza al pueblo con eso de que están armados porque si decide, como en todas las democracias del mundo menos en la cubana, que hay que cambiar las autoridades mediante legítimos comicios, entonces o no le enviará dinero a las nuevas autoridades, como si la plata fuera de él; o sacará los tanques. Claro, para eso ha empleado diez años convirtiéndose en el dueño de la pelota, de los guantes, del terreno, compadre del árbitro y novio de la madrina. Mi dinero, mis tanques, mi Constitución, mi avión, mi palacio. O sea… Venezuela mía.

FIELES HASTA QUE SE VOLTEAN

A comienzos de los años 60, los estudiantes de la U.C.V. enviaron a un emisario para que le solicitara al Presidente Betancourt armamento para apoyarlo contra algún alzamiento. La respuesta del presidente fue: no les puedo dar las armas, porque después… ¿quien se las quita? El gran estadista sabía que si las repartía, podían voltear la dirección de los cañones para amenazarlo mañana. Contrario a esta “revolución”, que no termina de entender que los apoyos se mueven al ritmo de los ganadores.

En elecciones pasadas hicieron miles de “nacionalizaciones express”… que hoy son votos contra la “revolución”. Han comprado toneladas de armamentos. Olvidan que los “fieles” militares que no quisieron aplicar el Plan Ávila. No recuerdan lo que Allende le dijo a su esposa cuando desayunaron el fatídico 11 de septiembre: dile a Augusto que necesito hablar con él, y que en plena plomazón de La Moneda (que no queremos se repita aquí), Allende inocentemente preguntaba: ¿dónde está Pinochet? Olvidan que el compadre Gómez le lloraba a Castro, no se vaya, yo me quiero ir con usted a Europa para curarnos mi compadre. Y le partió el alma a Don Cipriano.

MURO LIBERTARIO

Claro que el pueblo está armado… de valores como la libertad y el patriotismo y la alternabilidad, el respeto al conocimiento, la lealtad en lugar de la fidelidad, de estrategias para el igualitarismo. Está armado y está de pie, decidido a defender esos valores. Y ese pueblo es mayoría. Entonces… ¿la “revolución” está armada para reprimir a las mayorías? O sea… ¿la mayoría no es pueblo? Eso es lo malo de las autocracias, comienzan impregnadas de olor a pueblo y terminan alérgicas a las elecciones limpias. Como decía mi padre, comienzan como incendiarios y terminan en bomberos.

¿Por qué Castro ha durado 50 años y Stalin, Mao, el khmer rojo y hasta Franco y Gómez duraron décadas, hasta la muerte? Muy simple, ninguno de esos pueblos tenía lo que hoy distingue a Venezuela: tradición y formación democrática. El 90 % de los venezolanos, o nacimos en democracia o somos criados en democracia. No nos visualizamos en sociedades autoritarias ni con democracias chucutas. La libertad es inherente a nuestra manera de ser. Por ello hemos construido, este Muro Libertario de contención a la autocracia, integrado por millones de valientes espíritus democráticos, que algún día será comparado con el Muro de Berlín. Duélale a quien le duela, pura Cuarta República, cuando los gobiernos perdieron siete de nueve elecciones presidenciales. Pueblo armado, de democracia, ese sistema donde el que gana manda dentro de las leyes y el que pierde… se va.

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