miércoles, 2 de marzo de 2016

CUANDO LA COMIDA SE COME AL PUEBLO

Rafael Gallegos    Blog núm. 236


Venezuela está al revés. El presidente se declara en rebelión ¿contra él mismo?, porque las rebeliones hasta donde uno conoce, son contra la autoridad. Con la sorprendente CAMIMPEG, los servicios  petroleros  los operarán los militares, tal vez mañana le pidan a los petroleros que compren los Sukoil. El gobierno, desesperado por divisas, regala nuestros recursos mineros. A la Polar, el último mohicano de la comida,  la satanizan mientras endiosan sus quebradas empresas, como si quisieran que nos comamos los unos a los otros. Paradoja: en lugar que el pueblo se coma la comida, han logrado que la comida se coma al pueblo.

Porque el pueblo, desesperado, tiene dos alternativas: hacer gigantescas colas para comprar cada vez menos comida, o adquirir alimentos a precios inalcanzables. El presupuesto cada vez más escuálido, se consume fallidamente en comida. Y esto, además de nerviosismo, es hambre. Y hambre es niños desnutridos  y padres hambrientos…. y desesperados para comenzar.

El gobierno no da signos de cambio. Se dedica en televisión a declarar auto rebeliones, a insultar a los empresarios, a echar agua bendita a Ramos Allup, o a proponer la cría de gallinas en apartamentos y la siembra de cachamas en tobos de plástico. Qué pena… ajena. Imitan a los jerarcas de Bizancio, que mientras los invasores les tumbaban los muros de la ciudad, se reunían para discutir cosas tan intrascendentes como la carcajada del diablo, el tamaño de los pelos del pubis, o el sexo de los ángeles. No se dan cuenta que su salida de esta precaria situación, se debate entra la renuncia y el brinco de talanquera. Lo demás es hambre. Y el hambre es la peor consejera.

QUINTACOLUMNAS DE LA GUERRA ECONÓMICA

Siguen inventando  cuentos como el de la “guerra económica” o frases como “con hambre y sin empleo con Chávez me resteo”, pretendiendo que el pueblo, como si fuera bobo, se los crea. Si existiese la  guerra económica, los “revolucionarios” serían no lo duden, los quintacolumnas. Aquellos individuos que penetraban al bando enemigo para destrozarlo desde adentro. Quintacolumnas al ritmo de “exprópiese” que significa “destrúyase” y si hoy no producimos comida es porque acabaron con el parque empresarial. Quintacolumnas que se retiraron  de la Comunidad Andina para acabar con  el mejor mercado no petrolero de Venezuela. Quintacolumnas que multiplicaron por cuatro la moneda circulante, pulverizando el bolívar y generando esta inflación record mundial. La comida se está comiendo al pueblo. Todo desde adentro, como el destroce a Pdvsa y de las empresas de Guayana. Nos aproximamos hacia la el record más nefasto de la “revolución”: la primera hambruna de un país petrolero.

Y después no le echen la culpa a nadie, la  guerra económica la provocaron, la manejaron y fungieron como quintacolumnas. Pura destrucción estratégica, como el modelo cubano, que aquí no cuaja porque somos cabeza de continente y  sobre todo, un pueblo demócrata. Aquí quien no nació en democracia, se crio en democracia.

SI NO TIENEN PAN QUE COMAN TORTAS

Cuentan que cuando a la Reina Antonieta de Francia, le dijeron que huyera porque el pueblo estaba hambriento y amotinado reclamando pan en las puertas de palacio, ella dijo: “si no tienen pan, que coman tortas”.

La Reina de Francia había llevado una vida muy disipada, llena de lujos, mientras el pueblo de París pasaba hambre, padecía una astronómica inflación y el valor de los billetes se le deshacía en las manos. Ah! y no había pan. El humor de los franceses la moteó Madame Déficit. ¿Quién será Míster Déficit en Venezuela?

Su esposo, el Rey Luis XVI, no se daba por enterado de la crisis. Botó a los ministros de Economía que le alertaron acerca del problema. Se negó a tomar medidas conducentes para hacer manejable el déficit. Y no tuvo capacidad para vislumbrar que el modelo se había agotado. No quiso brincar la talanquera, lo que tal vez lo hubiera salvado. Como los de jefes de Bizancio y otros de los que no quiero acordarme, vivía en las ramas. Lo de él era la mecánica y la carpintería. No tenía ni idea de lo que significaba gobernar. Le pasó igual que siglos después a su colega Nicolás (el Zar de Rusia), que tampoco interpretó su momento y cayó en las manos del despiadado Lenin.

El Rey de Francia no interpretó su hora. Por cierto cuando quiso huir ya era demasiado tarde. Lo capturaron, lo devolvieron a prisión y el resto es historia.

Los franceses se cansaron de que la comida se los comiera, y al Rey, que no supo leer su momento histórico, el pueblo le leyó la cartilla en el momento menos pensado. Y los venezolanos ni siquiera podemos comer tortas, porque además de harina tampoco hay huevos. O sea…


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