miércoles, 5 de junio de 2013

Venezuela ausente en nuevo mercado petrolero.

 Juan Fernández
En el corto plazo, el país depende como nunca de PDVSA, mientras el mercado petrolero mundial se transforma y Venezuela se queda fuera. Si se continúa con el mismo esquema, será imposible frenar el deterioro.

El mercado petrolero está cambiando de manera acelerada y Venezuela se está quedando atrás. La producción de reservas no convencionales de gas y petróleo por parte de los EEUU, a la que se suman otros países en la búsqueda de la autosuficiencia energética, debe ser para nuestro país un tema de profunda reflexión e implica la necesidad del desarrollo de una estrategia coherente para mantener al país como una fuente de suministro confiable de energía. Como hemos dicho anteriormente, de nada vale llenarse la boca como hacen Maduro y Ramírez, al decir que Venezuela cuenta con las reservas de petróleo más grandes del mundo.
Este cambio estructural del mercado petrolero hacia los productos no convencionales, tiene influencia en la oferta y por ende en el precio del petróleo, tanto en el corto como en el mediano y largo plazo.  Un grupo de países de la OPEP que se acostumbraron a una renta alta del petróleo, como es el caso de Venezuela, basaron su plan económico en precios siempre altos del petróleo, descuidando los volúmenes a producir. Si el precio del petróleo llegase a los 90 dólares por barril, el impacto en nuestra complicada situación económica sería  catastrófico,  con consecuencias en el ámbito político y social.  Otros miembros de la OPEP, entre ellos Nigeria y Angola, ya han indicado públicamente la amenaza de las reservas no convencionales. Sin embargo, Arabia Saudita, el mayor productor de la OPEP, ha indicado que no ve como amenaza la producción de reservas no convencionales. Este país, , por las ventajas competitivas tanto de calidad de crudo y logísticas por su ubicación geográficas, vendería a los mercados en crecimiento, es decir China e India, y de hecho se prepara para aumentar su producción a 12 millones de barriles diarios.

En este sentido vemos el resultado de la reunión de la OPEP de mayo, de mantener el status quo en relación al suministro al mercado del 40% del consumo mundial de petróleo, hoy alrededor de 31.5 millones de barriles diarios. El tema del cambio estructural del mercado es una discusión de fondo importante que queda pendiente.

Ahora bien, en el caso de PDVSA, que enfrenta una severa  crisis operativa y financiera por el empeño de usar petróleo para la política, vuelven los anuncios de financiamientos que suman en los últimos días sobre los 10.000 millones de dólares, para supuestamente aumentar la producción y financiar planes de expansión que no se concretan. Por un lado, se reciben préstamos de los socios como es el caso de Chevron, Rosfnet y los chinos, donde entran las interrogantes sobre cuales condiciones y garantías debe otorgar PDVSA, la responsabilidad de la ejecución de los proyectos para obtener los tramos de financiamiento, la comercialización del crudo y las fórmulas de precio a ser utilizadas. Es importante indicar que este tipo de operaciones significa que el riesgo PDVSA y país lo absorbe el socio y los socios no querrán que su clasificación o percepción de riesgo en el mercado aumente, por lo que las condiciones son para minimizar cualquier eventualidad de riesgo PDVSA y sin duda se traducirá en más costo por el dinero prestado. Nadie se cree ese cuento de Rafael Ramírez que PDVSA no da descuentos o que las condiciones son tan favorables como pretende hacernos creer. 

El otro ejemplo es la apertura de una línea de crédito de 1.000 millones de dólares por parte de Schlumberger que PDVSA muestra como un logro. En realidad, las dificultades de pago de PDVSA a terceros son evidentes y es de sentido común de los responsables de las finanzas y de los auditores de las contratistas recomendar ese cambio de una cuenta por cobrar a una línea de crédito debiendo incluir colaterales garantizados por la petrolera estatal venezolana. Es que, para una empresa contratista es preferible tener el registro de una línea de crédito garantizada en los balances de la empresa que una cuenta por cobrar, que en la práctica nunca se cancela. 

En el corto plazo, el país depende como nunca de PDVSA. Si se continúa con el mismo esquema, es evidente la continuidad del deterioro. Si le sumamos el cambio estructural del mercado petrolero, la complejidad es mayor. Quienes administran la petrolera han demostrado ser miopes y sufrir de la tara ideológica del comunismo, para justificar lo injustificable. Nos llevarán a ser un país que muestre  unas cifras que servirán para los records estadísticos de las mayores reservas de petróleo del mundo, que en el mejor de los casos los actores del mercado conseguirán a precio de gallina flaca, sin generar la riqueza, el bienestar y la transformación económica que requiere Venezuela.

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